Un material anticorrosivo es un material que sirve para proteger una superficie, típicamente de un metal o una aleación, que entra en contacto con el fluido, de un proceso de degradación llamado corrosión.[1] La corrosión es un proceso electroquímico complejo y difícil de controlar ya que durante la reacción se forman nuevos compuestos en las materias y es irreparable.
La eficacia de un anticorrosivo depende de la composición del fluido, la cantidad de agua y el régimen de flujo. Los inhibidores de la corrosión son comunes en la industria, y también se encuentran en productos de venta libre, típicamente en forma de spray en combinación con un lubricante y a veces un aceite penetrante. Pueden ser añadidos al agua para prevenir la lixiviación del plomo o el cobre de las tuberías.[2]
Un mecanismo común para inhibir la corrosión implica la formación de un revestimiento, a menudo una capa pasivada, que impide el acceso de la sustancia corrosiva al metal. Sin embargo, los tratamientos permanentes como el cromado no se consideran generalmente inhibidores: los inhibidores de la corrosión son aditivos de los fluidos que rodean el metal o el objeto relacionado.