Prometeo trae fuego a la humanidad (1817) de Heinrich Füger
El robo del fuego para el beneficio de la humanidad es un tema que se repite en muchas mitologías del mundo. Los ejemplos incluyen:
En la mitología griega, el titán Prometeo robó el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja, para la humanidad, permitiendo el progreso de la civilización.
Según el Rigveda (3:9.5), el héroe Mātariśvan recuperó el fuego, que había sido ocultado a la humanidad.
En el Libro de Enoc, los ángeles caídos y Azazel les enseñaron a la primera humanidad a usar herramientas y el fuego.
En el mito polinesio, Māui robó el fuego de los Mudhens.[1]
En el mito Cherokee, después de que Possum y Buzzard hubieran fallado en el robo fuego, la abuela Araña usó su tela para colarse en la tierra de luz. Ella robó el fuego, escondiéndolo en una olla de barro.[2]
Entre las varias tribus nativas americanas del noroeste pacífico y Primeras Naciones, el fuego fue robado y dado a los seres humanos por la zarigüeya, el coyote, el castor o el perro.[3]
Según algunas personas de las Primeras Naciones del Yukón, Crow robó fuego de un volcán en medio del agua.[4]
Según los nativos americanos de la cala, el conejo robó el fuego de las comadrejas.[5]
En el mito Algonquin, Rabbit robó fuego de un anciano y sus dos hijas.[6]
En el mito Ojibwa, la liebre Nanabozho robó fuego y se lo dio a los humanos.
En una de las versiones del mito georgiano, Amirani robó el fuego a los forjadores de metales, que se negaron a compartirlo -y el conocimiento de cómo crearlo- con otros seres humanos.
En la mitología nórdica, Loki obtiene el secreto del fuego de un águila a cambio del jamón y los hombros de los bueyes sacrificados.[7]