La alergia alimentaria es una respuesta inmune exagerada del organismo cuando entra en contacto con el alérgeno alimentario ("sustancia extraña"). Estas sustancias capaces de provocar una reacción alérgica se conocen como sustancias alergénicas o alérgenos.[1]
Las alergias a alimentos más frecuentes en niños son al huevo, a la leche y al pescado. En los adultos destacan las alergias a frutas y frutos secos, seguidos por marisco y pescado.
Una vez establecido el diagnóstico e identificado el alimento responsable, la primera medida a tomar es la prevención. En algunos casos, como el de los frutos secos o la leche, esta puede ser complicada ya que son ingredientes que se encuentran en muchos alimentos de forma enmascarada u oculta. Es importante disponer de la máxima información sobre el alimento que produce la alergia, conocer en que comidas (procesadas o no) se puede encontrar y evitar su consumo.
En sus formas leves pueden ser de naturaleza transitoria (ceden con el tiempo), pueden provocar cuadros cutáneos (desde urticarias a eccemas pasando por la dermatitis atópica), cuadros gastrointestinales (ej. diarrea crónica), molestias digestivas inespecíficas, náuseas-vómitos, dificultades para tragar (esofagitis eosinofílica) y en casos severos shocks anafilácticos con riesgo de muerte.
Estos síntomas debidos a la alergia a alimentos pueden ser muy variados. Los más frecuentes son picor en la boca, hinchazón de labios o lengua, náuseas, vómitos o diarrea, picor o urticaria generalizada (“habones” o “ronchas”), angioedema (hinchazón) de labios, párpados, rinitis (picor, estornudos, congestión nasal), asma (ahogo, pitos o sibilantes en el pecho, tos) y mareo, caída de tensión, y pérdida de consciencia (choque anafiláctico).
El diagnóstico de una alergia a alimentos se basa en la demostración de anticuerpos de tipo IgE frente al alimento que ha inducido síntomas. Para ello es muy importante la realización de una historia clínica detallada, que incluya: tipo de síntomas, tiempo transcurrido entre la ingesta y la aparición de estos, cantidad y preparación culinaria del alimento, factores asociados a la ingesta (ejercicio, consumo de fármacos tipo antiinflamatorios no esteroideos, estrés…), tolerancia previa y posterior del alimento, repetición o no de la reacción en relación con el alimento, tratamiento requerido y tiempo de resolución.
No se debe confundir la alergia a alimentos con la intolerancia a los alimentos, que es la incapacidad de consumir ciertos alimentos o nutrientes sin sufrir efectos adversos sobre la salud. Los efectos pueden ser más o menos rápidos sobre la salud. La intolerancia a los alimentos se distingue de las alergias en que estas últimas provocan una respuesta del sistema inmune, activando la Inmunoglobulina E (IgE) u otros mecanismos inmunes; y las intolerancias se deben en general a déficit enzimáticos que impiden la adecuada metabolización del nutriente. Un caso especial lo constituye la enfermedad celíaca, normalmente referida como una "alergia" o una "intolerancia" al gluten, cuando en realidad no es ni una alergia ni una simple intolerancia.[2] Se trata de una enfermedad multi-orgánica autoinmune,[3] en la que una respuesta inmunitaria anormal causada por el gluten daña el intestino y puede dar lugar a la producción de diferentes autoanticuerpos que atacan a diversos órganos y sistemas.[4]
Hay proteínas comunes entre los pólenes que producen rinitis o asma y muchos alimentos vegetales. Muchos alérgicos a pólenes se vuelven alérgicos a algunos de estas proteínas y entonces comienzan a tener problemas con muchos alimentos vegetales. Por ejemplo las proteínas transportadoras de lípidos (LTP, lipid transporting protein) están en la piel de melocotón y en la pipa y están también en múltiples frutas o verduras más, por lo que los que tienen alergia a LTP, comienzan a tener problemas alérgicos con frutos secos (pipa del fruto) y otras muchas frutas y verduras. Otra son las profilinas, proteínas estructurales de frutas y verduras, que dan reacciones habitualmente más leves que las LTP pero con muchas frutas o verduras, otras es el síndrome látex/frutas, muchos alérgicos al látex (guantes, preservativos, globos, etc.) tienen alergia a frutos secos y a frutas tropicales, tomate, etc.. Tenemos también el Síndrome Sazae (síndrome artemisa, zanahoria, apio y especies) en la que alérgicos al pólen de artemisa comienzan a tener alergia a estos alimentos, etc.[cita requerida]