Alfonso X de Castilla | ||
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Alfonso X en una miniatura medieval del Libro de los juegos | ||
Reinado | ||
1 de junio de 1252-4 de abril de 1284 | ||
Predecesor | Fernando III | |
Sucesor | Sancho IV | |
Información personal | ||
Coronación | 1 de junio de 1252 | |
Nacimiento |
23 de noviembre de 1221[1] Toledo | |
Fallecimiento |
4 de abril de 1284 (62 años) Sevilla | |
Sepultura | Capilla Real de la Catedral de Sevilla | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Borgoña | |
Padre | Fernando III | |
Madre | Beatriz de Suabia | |
Consorte | Violante de Aragón | |
Hijos | Véase Descendencia | |
Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio (Toledo, 23 de noviembre de 1221[1]-Sevilla, 4 de abril de 1284[2]), fue el rey de la Corona de Castilla y de los demás reinos intitulados entre 1252 y 1284. A la muerte de su padre, Fernando III el Santo, reanudó la ofensiva contra los musulmanes y ocupó Jerez (1253), Salé, el puerto de Rabat (1260) y conquistó Cádiz (c. 1262). En 1264, debió hacer frente a una importante revuelta de los mudéjares de Murcia y del valle del Guadalquivir. Como hijo de Beatriz de Suabia, aspiraba al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, por lo que dedicó más de la mitad de su reinado a este proyecto sin obtener ningún resultado positivo.[3]En 1273, fundó el Concejo de la Mesta de Alfonso X.[4]
Los últimos años de su reinado fueron especialmente sombríos debido a un conflicto de sucesión provocado por la muerte prematura de su hijo primogénito, Fernando de la Cerda, y esto, sumado a la minoría de edad del resto de sus hijos, terminó desembocando en la rebelión abierta de su hijo, el infante Sancho y de gran parte de la nobleza y ciudades del reino.[3] Alfonso murió en Sevilla durante el transcurso de estas revueltas después de haber desheredado a su hijo Sancho.
En cuanto a los aspectos administrativos, llevó a cabo una beneficiosa política económica, reformando la moneda, la hacienda y también concediendo numerosas ferias.
Además, es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por sus escribas reales.[5] Alfonso X patrocinó, supervisó y a menudo participó con sus propios escritos con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido como la Escuela de Traductores de Toledo, en la composición de una ingente obra literaria que inició en buena medida la prosa en castellano. Elaboró de su pluma las Cantigas de Santa María y varios otros versos, y también realizó un gran aporte a la lengua culta del momento en la corte del reino, el galaicoportugués, que gracias a su contribución, nos ha perdurado.
En 1935, se reconoció su labor como astrónomo, bautizando en su honor el cráter lunar «Alphonsus».[6]
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