Dios menor de la mitología griega, Aristeo (Ἀρισταῖος / Aristaĩos: «el mejor» o «el guardián de las abejas») era hijo de Apolo y la cazadora Cirene, quien despreciaba el hilado y otras artes femeninas, prefiriendo pasar su tiempo cazando.[cita requerida]
Según Píndaro, Apolo lo animó a ir a Libia y fundar en ella la gran ciudad de Cirene, en la fértil llanura costera. Cuando Aristeo nació, Hermes se hizo cargo de él para hacerle tomar la ambrosía y ser hecho inmortal por Gea. Las ninfas del mirto le enseñaron artes útiles y misterios: cómo cuajar la leche para obtener queso, cómo domesticar las abejas de la diosa y mantenerlas en las colmenas, y cómo domesticar los olivos salvajes y hacer que dieran aceitunas. Así se convirtió en el dios patrón del ganado, de los árboles frutales, de la caza, la agricultura y la apicultura. También fue un héroe cultural e instruyó a la humanidad sobre tareas cotidianas y sobre el empleo de redes y trampas en la caza.
Ya adulto, viajó en barco desde Libia a Beocia, donde fue iniciado por el centauro Quirón en misterios más profundos. En Beocia se casó con Autónoe y fue padre del malhadado Acteón quien heredó, para su desgracia, la pasión familiar por la caza. También fue padre de Macris, quien sería la niñera del pequeño Dioniso.
Una profecía délfica aconsejó a Aristeo navegar hasta Ceos, donde recibiría grandes honores. Él así lo hizo, y encontró a los isleños siendo víctimas de una plaga bajo la influencia de Sirio. Para poder aliviar a los isleños de la plaga Aristeo pidió consejo a su padre, que le dijo que realizara sacrificios a Zeus y a Sirio para expiar la muerte de Icario, ya que los ceanos habían acogido a los asesinos. Cuando se hubo erigido un altar a Zeus y tales sacrificios se realizaron, este dios hizo soplar los vientos etesios durante cuarenta días a partir de que Sirio se elevase en cielo, con lo que cesó la plaga. Pero los ceanos continuaron realizando sacrificios ante Sirio cada vez que este se elevaba, únicamente para estar seguros.[1]
Entonces Aristeo, en su misión civilizadora, visitó Arcadia y se estableció durante una temporada en el valle de Tempe. Allí, mientras Aristeo perseguía a Eurídice, ésta fue mordida por una serpiente y murió. Pronto las abejas de Aristeo se pusieron enfermas y comenzaron a morir. Él fue a la fuente Aretusa y se le aconsejó establecer altares, sacrificar ganado y dejar ahí los cadáveres. De los cadáveres surgieron nuevos enjambres de abejas. Este dios se enamoró de la oréade Naia (la cual sedujo al dios con solo bailar) y al ser despechado por esta, se tiró desde una montaña. La ninfa fue transformada por Apolo en la margarita.
Aristeo fue objeto de culto en muchos lugares: Beocia, Arcadia, Ceos, Sicilia, Cerdeña, Tesalia, y Macedonia.