La arquitectura de Madrid es el conjunto de estilos arquitectónicos y constructivos que, a lo largo de la historia de Madrid, han ido apareciendo en la ciudad. La arquitectura madrileña supone parte importante de la arquitectura española y refleja aspectos relevantes de su evolución.
El carácter propio de los estilos arquitectónicos madrileños comienza durante el siglo XV, con el inicio de la ciudad como entidad propia. Anteriormente, el municipio se componía de una arquitectura muy similar a la de cualquier poblado defensivo del periodo medieval de Castilla. Los preparativos de Carlos I y la decisión final de Felipe II de convertirla en capital de España convierten a la ciudad en un espacio constructivo donde instalar la corte, el poder estatal y las diversas órdenes religiosas. La arquitectura es una forma de plasmar las ambiciones políticas de la época, y es en este instante cuando aparecen los primeros palacios, conventos y demás construcciones del poder del estado. En sus primeros instantes como capital española, Madrid asume el estilo que marcarán los Austrias (arquitectura herreriana). Ejemplos de este periodo son la Casa de la Villa, el puente de Segovia o la Casa de la Panadería. La llegada de los Borbones y su estrecha relación con arquitectos franceses e italianos obraron cambios en las corrientes arquitectónicas, supuso la implantación en Madrid del Barroco y su progresiva transformación a una arquitectura de carácter neoclasicista que llegará a estar vigente hasta entrado el siglo XVIII.[1] Son representativos del barroco el puente de Toledo, el cuartel del Conde-Duque o el Palacio Real de Madrid, mientras que el palacio de Liria, la Puerta de Alcalá o el Museo del Prado son exponentes del neoclasicismo.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX se carece de un estilo arquitectónico propio, dando lugar a arquitecturas eclécticas, a diferencia de otras ciudades españolas como Barcelona, donde surge con fuerza el denominado modernismo catalán. La aparición de nuevas necesidades arquitectónicas a comienzos del siglo XX, con el aumento masivo de población y la aparición de grandes almacenes, oficinas, entidades bancarias y los nuevos sistemas de comunicación (tranvía, metro, teléfono) hace que surjan edificios al efecto en las calles de Madrid. Desde principios del siglo XX muestras de la arquitectura historicista se expanden por las calles hasta la década de 1950, con la Expo de Bruselas (1958). Contrario al historicismo vigente, se edifican colonias en barrios periféricos como el Viso y la ciudad comienza a proyectarse hacia su periferia. Surge en esta fecha la denominada 'arquitectura moderna' y sus diversas propuestas. De 1956 a 1970 se crea la que se denominó 'Escuela de Madrid'.[2] A mediados de los años sesenta se proyecta la ciudad hasta un radio de doce kilómetros, impulsando el desarrollo de Leganés, Getafe, Alcorcón, Alcobendas, Parla y Alcalá de Henares.