Arte cristiano

Tapiz de la Creación.
Creación de Adán, de Miguel Ángel.
El Arca de Noé, de Paolo Ucello.
La torre de Babel, de Peter Brueghel el Viejo.
Lot y sus hijas (al fondo, la destrucción de Sodoma y Gomorra), de Lucas van Leyden.
Sacrificio de Isaac, de Ghiberti.
Esaú y Jacob, de Matthias Stom.
La túnica de José, de Velázquez.
Moisés con las Tablas de la Ley, de Rembrandt.
David y Goliath, de Caravaggio.
Juicio de Salomón, de Jean Chastellain.[1]
Tobías y el ángel, de Filippino Lippi.
Judith y Holofernes, de Artemisia Gentileschi.
Los desposorios de la Virgen, de Rafael.
Anunciación, de Fra Angelico.
Adoración de los pastores, de Van der Goes.
Adoración de los Magos de Rubens.
La circuncisión de Cristo, de Bartolommeo Veneto.
La huida a Egipto y triunfo de los inocentes, de William Holman Hunt.
La Sagrada Familia del pajarito, de Murillo.
Jesús entre los doctores, de Durero.
El bautismo de Cristo, mosaico del baptisterio arriano de Rávena.
El banquete de Herodes, de Bartholomäus Strobel el Joven.
La tentación de Cristo, de Botticelli.
La pesca milagrosa, uno de los tapices sobre cartones de Rafael.
Las bodas de Caná, de Veronés.
Multiplicación de los panes y los peces, azulejos de Jorge Colaço.
Cristo y la samaritana, de Manuel Panselinos.
La resurrección de Lázaro, esmalte (Georgia).
Entrada de Cristo en Jerusalén, fresco de San Baudelio de Berlanga.
Expulsión de los mercaderes del Templo, fresco de San Nicetas (Banjani, Macedonia del Norte).
El lavatorio, de Tintoretto.
La última cena, de Leonardo Da Vinci, (1498).
La oración del huerto, de Salzillo.
El prendimiento, de Caravaggio.
Ecce homo, de Guido Reni.

Arte cristiano es el arte religioso del cristianismo, las obras de arte inspiradas por sentimientos religiosos cristianos, o creadas para ilustrar, suplementar y representar en una forma tangible el mensaje cristiano.

Al ser el cristianismo la religión dominante en la civilización occidental desde el siglo IV, el arte cristiano se identifica con la mayor parte de las producciones artísticas de la Edad Media en Europa y siguió siendo muy importante durante toda la Edad Moderna, además de extenderse geográficamente. La secularización de la sociedad ha restringido al arte cristiano dentro de las principales corrientes artísticas de la Edad Contemporánea.[2]

Como arte sacro, para los creyentes el arte cristiano tiene como fin esencial el culto. Edificios, imágenes (íconos) y objetos litúrgicos se consagran, con lo que dejan de ser simples obras de arte. Desde el cristianismo primitivo, y sobre todo en la Edad Media, los templos y monasterios se identificaban con las reliquias de los santos y mártires que contenían y que los denominaban. No solo las reliquias o las denominadas vera icon ("verdaderas imágenes" de Cristo), sino muchas otras imágenes, adquirieron fama de milagrosas y suscitaron peregrinaciones;[3]​ llegando a extremos de religiosidad popular que suscitó discrepancias entre el propio clero, pues mientras unos defendían la virtud de estas devociones, otros las condenaban por supersticiosas o incluso idolátricas.

Casi todos los grupos cristianos usan o han usado de alguna manera el arte; aunque la importancia que se da al arte y a los distintos artes, así como a los medios, estilos y representaciones usadas, difieren notablemente entre católicos y protestantes. Incluso la música religiosa y la arquitectura religiosa, a pesar de ser vehículos más abstractos, expresan de forma evidente las diferencias o cualquier mensaje que se pretendiera incluir (a través del canto litúrgico[4]​ o de las formas arquitectónicas alegóricas —elipse abierta de la Plaza de San Pedro—). Las artes figurativas (pintura religiosa y escultura religiosa), que son rechazados de forma radical por los movimientos iconoclastas, se emplean de forma también distinta; a pesar de que los temas son en gran parte comunes: la representación del ciclo de la vida de Cristo y algunos ciclos del Antiguo Testamento. Las representaciones de los santos son más abundantes en el catolicismo, el anglicanismo y la Iglesia ortodoxa; aunque no están ausentes de los altares luteranos.[5]​ En los templos católicos tradicionales se aprecia la abundancia y abigarramiento de todo tipo de representaciones pictóricas y escultóricas (horror vacui), no solo en el altar mayor, sino incluso en las múltiples capillas laterales, en elementos como el púlpito o la pila bautismal o incluso en el artesonado o las vidrieras. De forma diferenciada según el periodo histórico, las paredes se cubren con frescos (o se ocultan con lienzos o retablos) y todo tipo de elementos arquitectónicos sirven de soporte para la escultura (capiteles historiados, tímpanos, gárgolas), incluso en zonas no visibles por los fieles (se entiende que el destinatario de la obra es Dios, que todo lo ve), y hasta el suelo se cubre de lápidas. La decoración de las iglesias ortodoxas es incluso más abrumadora (iconostasis, mosaicos, indumentaria y orfebrería religiosa[6]​). En cambio, la simplicidad de que hacen gala los altares evangélicos fue imitada en las algunas nuevas construcciones de iglesias católicas a partir del Concilio Vaticano II.[7]

Cada pieza de arte cristiano, sin importar el medio, o el personaje, evento, pasaje bíblico (las pericopas, las parábolas) o concepto específico que represente, suele contener símbolos identificativos de la rama del cristianismo que lo produjo. A pesar de que existen algunos referentes comunes, conceptuales (amoragape— y salvación como vida verdadera o vida eterna y triunfo sobre la muerte), textuales (la Biblia) o icónicos (la Cruz, las Imágenes de Jesús); ninguno de ellos tiene en realidad una total identidad, ni una lectura o interpretación común, lo que se expresa también en formas diferenciadas, a veces sutilmente, pero de manera suficiente como para que cada grupo identifique las suyas y considere ajenas y heterodoxas las de los demás: ni la Biblia es la misma, ni en las partes que sí coinciden su lectura coincide, ni el amor cristiano significa lo mismo, ni la salvación se consigue de la misma forma, ni la cruz se construye de la misma manera.

No obstante, la iconografía se centra en los mecanismos identificativos internos: cada rasgo facial (si el apóstol tiene barba o es calvo), cada color (si la túnica de Cristo es roja o el manto de la Virgen azul —lo habitual, aunque no es inusual utilizar otros, por criterios conceptuales, estéticos, y hasta económicos—, si se emplea el dorado para el fondo o los nimbos —además de su uso como colores litúrgicos—),[8]​ cada sutil gesto de las manos (que oran, bendicen, acarician, ofrecen, oran, rechazan, señalan, etc.), cada objeto o parte del entorno, están convencionalmente fijados (a veces hasta negociados prolijamente en los documentos contractuales que se firman entre comitente y artista) y repetidos a lo largo de la milenaria historia del arte en el cristianismo.

  1. Françoise Gatouillat, Claudine Lautier, Guy-Michel Leproux, Un chef-d'œuvre de la Renaissance : la verrière de la Sagesse de Salomon à Saint-Gervais, p. 92-120, dans Vitraux parisiens de la Renaissance, Délégation à l'Action Artistique de la Ville de Paris, Paris, 1993 (ISBN 2-905118-46-6). Anne Pinto, Frédéric Pivet, La Sagesse de Salomon : histoire d'une restauration, p. 178-183, dans Vitraux parisiens de la Renaissance, Délégation à l'Action Artistique de la Ville de Paris, Paris, 1993 (ISBN 2-905118-46-6).
  2. José Ramón Navarro, El arte contemporáneo pasa de Dios, El Confidencial, 30/07/2021.
  3. No sólo los santos lugares de Jerusalén, sino Roma, Santiago de Compostela y muchísimos otros de importancia local, en torno a tallas de madera o piedra, tablas o lienzos pintados que, según los creyentes, se mueven, lloran o sangran; y, lo más habitual, que sanan. También es muy frecuente las imágenes halladas (inventio). Maria Elvira Mocholí Martínez Leyendas marianas e imágenes milagrosas. Las “vírgenes encontradas” en la Valencia medieval (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).. Alejandro García Avilés, "Este rey tenno que enos idolos cree": imágenes milagrosas en las Cantigas de Santa María (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  4. Expresiones cantadas o corales de la liturgia, que de forma extensa se pueden denominar música litúrgica, a su vez una parte de la música sacra. Wilson-Dickson, Andrew (2003). The Story of Christian Music: An Illustrated Guide to All the Major Traditions of Music in Worship. Oxford: Lion. ISBN 978-0-7459-5119-5. Y otras fuentes citadas en Liturgical music de la Wikipedia en Inglés. Albrecht, Christoph: Einführung in die Hymnologie. Berlin (East) 1973, ISBN 3-374-00175-0. Y otras fuentes citadas en Hymnody of continental Europe de la Wikipedia en inglés.
  5. * Heal, Bridget (2017), A Magnificent Faith: Art and Identity in Lutheran Germany, Oxford University Press, 2017, ISBN 0191057541, 9780191057540
    • Lamport, Mark A. (31 August 2017). Encyclopedia of Martin Luther and the Reformation. Rowman & Littlefield Publishers. ISBN 9781442271593.
    • Noble, Bonnie (2009). Lucas Cranach the Elder: Art and Devotion of the German Reformation. University Press of America. ISBN 978-0-7618-4337-5.
    Fuentes citadas en Luteran art de la Wikipedia en inglés.
  6. Tanto en la Iglesia oriental como en la occidental, los objetos más importantes son los vasos sagradoscáliz, patena, píxide—, cobijados en el sagrario. Además, hay todo tipo de muebles relacionados con el culto: los atriles y facistoles, las lámparas y candelabros, etc. En las iglesias, además, se custodian relicarios. Vasos sagrados Archivado el 14 de octubre de 2013 en Wayback Machine. en GER.
  7. Véase la parodia cómica de es situación en la película Se armó el Belén (Ficha de la película).
  8. * Philip Ball, La invención del color.

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