Arte de la Edad Moderna

Vista en altura de la Plaza de San Pedro, de Piranesi (1748), arquitecto visionario que en este grabado destaca la columnata de Bernini (1656-1667), autor también del diseño de la plaza y del baldaquino interior, todos ellos elementos barrocos. La fachada de Carlo Maderno (1626) da paso a un brazo mayor, prolongación del mismo arquitecto, que alteró la planta centralizada concebida para la Basílica de San Pedro por los anteriores maestros del Alto Renacimiento desde 1506: Bramante, Rafael, Sangallo y Miguel Ángel, cuya solución para la cúpula fijó hasta hoy el perfil del horizonte de Roma. Las Estancias Vaticanas (con los frescos de Rafael, 1508-1524) y la Capilla Sixtina (con los de los pintores del Quattrocento, 1481-1482, y los de las dos épocas de Miguel Ángel, 1508-1512 y 1535-1541) pertenecen al mismo conjunto; una concentración inigualable de historia del arte de la Edad Moderna, así como de los hechos y procesos históricos que lo hicieron surgir y evolucionar. A pesar de esta indudable centralidad, el arte de la Edad Moderna fue mucho más que arte religioso; tuvo, incluso en Italia, muchos centros además del romano (Florencia, Venecia, Nápoles); y tuvo, en otros países de Europa Occidental, muchas otras escuelas nacionales (Flandes, Alemania, Francia, Inglaterra, España), cada una con sus propias escuelas locales.
El inmenso complejo de la Ciudad Prohibida de Pekín, sede del gobierno imperial chino durante las dinastías Ming y Qing, un espacio palaciego que aventaja en dimensiones y lujo al Palacio de Versalles, al Monasterio de El Escorial o al Hofburg de Viena. Además de vehículo de expresión artística, similares funciones sociopolíticas cumplieron el Kremlin de Moscú, el Palacio de Topkapi de Estambul, el Palacio de Golestán de Teherán o el Castillo Edo de Tokio. Las civilizaciones no occidentales, con excepción de las americanas, continuaron durante la Edad Moderna su dinámica propia, que incluyó el desarrollo autónomo de su arte. En el caso de las de Extremo Oriente, sin apenas influencia europea, a excepción de Filipinas.

Arte de la Edad Moderna es el período o subdivisión temporal de la historia del arte que corresponde a la Edad Moderna. No se ha de confundir con el concepto de arte moderno, que no es cronológico sino estético, y que corresponde a determinadas manifestaciones del arte contemporáneo.

El período cronológico de la Edad Moderna corresponde con los siglos XV al XVIII (con distintos hitos iniciales y finales, como la imprenta o el descubrimiento de América, y las revoluciones francesa o industrial), y significó históricamente en Europa la conformación y posterior crisis del Antiguo Régimen (concepto que incluye la transición del feudalismo al capitalismo, una sociedad estamental y preindustrial y una monarquía autoritaria o absoluta desafiada por las primeras revoluciones burguesas). Desde la era de los descubrimientos los cambios históricos se aceleraron, con el surgimiento del estado moderno, la economía-mundo y la revolución científica; en el marco del inicio de una decisiva expansión europea a través de la economía, la sociedad, la política, la técnica, la guerra, la religión y la cultura. Durante ese periodo, los europeos se extendieron fundamentalmente por América y los espacios oceánicos. Con el tiempo, ya al final del periodo, estos procesos terminaron por hacer dominante la civilización occidental sobre el resto de las civilizaciones del mundo, y con ello determinaron la imposición de los modelos propios del arte occidental, concretamente del arte europeo occidental, que desde el Renacimiento italiano se identificó con un ideal estético formado a partir de la reelaboración de los elementos recuperados del arte clásico greco-romano, aunque sometidos a una sucesión pendular de estilos (renacimiento, manierismo, barroco, rococó, neoclasicismo, prerromanticismo) que, bien optaban por una mayor libertad artística o bien por un mayor sometimiento a las reglas del arte institucionalizadas en el denominado arte académico. La función social del artista comenzó a superar la del mero artesano para convertirse en una personalidad individualista, que destacaba en la corte, o en una figura de éxito en el mercado libre de arte. Al igual que en los demás ámbitos de la cultura, la modernidad aplicada al arte significó una progresiva secularización o emancipación de lo religioso que llegó a su punto culminante con la Ilustración; aunque el arte religioso continuó siendo uno de los más encargados, si no el que más, ya no dispuso de la abrumadora presencia que había tenido en el arte medieval.

No obstante, durante todo el periodo de la Edad Moderna las principales civilizaciones del mundo se mantuvieron poco influidas, o incluso casi del todo ajenas a los cambios experimentados por las sociedades y el arte europeos, manteniendo esencialmente los rasgos culturales y artísticos propios (arte de la India, arte de China, arte de Japón, arte africano).

La civilización islámica, definida por su posición geoestratégica intermedia, y principal competidora histórica de la civilización cristiana occidental, a la que disputó secularmente el espacio mediterráneo y balcánico, desarrolló distintas modalidades locales de arte islámico en las que pueden verse influencias tanto del arte occidental como del de las civilizaciones orientales.

Para el caso del arte americano, la colonización europea supuso, especialmente para zonas como México y Perú, la formación de un arte colonial con algunas características sincréticas.

En Europa oriental el arte bizantino continuó perviviendo con el arte ruso o con algunas manifestaciones del arte otomano.

Además de las artes plásticas, otras bellas artes como la música, las artes escénicas y la literatura tuvieron desarrollos paralelos, analogías formales y una mayor o menor coincidencia estética y, sobre todo, intelectual, ideológica y social; lo que ha permitido a la historiografía etiquetar su periodización con denominaciones similares (música del renacimiento, música barroca, música del clasicismo; literatura del renacimiento, literatura del barroco, literatura ilustrada o neoclásica, etc.) Lo mismo puede decirse de las denominadas artes menores, decorativas o industriales, que fueron un fiel reflejo del gusto artístico de determinadas épocas (como los denominados estilos Enrique II, Luis XIII, Luis XIV, Regencia, Luis XV, Luis XVI, Directorio e Imperio, convencionalmente denominados a partir de la historia del mobiliario francés[1]​).[2]

  1. History of french furniture, fuente citada en Histoire du mobilier français y Liste des styles de mobilier.
  2. Las ideas generales de esta introducción son ampliamente compartidas por la historiografía en muy distintos ámbitos: Rodney Hilton (ed.): La transición del feudalismo al capitalismo; Perry Anderson: El estado absoluto; Fernand Braudel: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II; Ruggiero Romano y Alberto Tenenti: La formación del mundo moderno; Immanuel Wallerstein: El moderno sistema mundial; Carlo Cipolla: Cañones y velas; Arnold Hauser: Historia social de la literatura y el arte, etc.

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