Se conoce como arzobispo (del griego ἀρχιεπίσκοπος , archiepískopos)[1] a aquel obispo que preside una diócesis particularmente importante, ya sea por su tamaño, su relevancia histórica o por ambas, llamada archidiócesis o arquidiócesis.
Los arzobispos suelen ser también los metropolitanos de la provincia eclesiástica en la que se localiza su archidiócesis. En la Iglesia católica el papa puede también dar a un obispo el título de arzobispo ad personam, es decir, a título personal, aunque no sea el metropolitano.
Cuando un obispo se convierte en arzobispo no está siendo, de ningún modo, ordenado ni está recibiendo ningún sacramento; en contraste (en los ritos copto, anglicano, católico y ortodoxo) alguien que es ordenado obispo está siendo consagrado.