Aureola

Thanka Tibetano con Guhyasamaja Akshobhyavajra central, siglo XVII, Museo de Arte de Rubin.
Thanka tibetano del siglo XVIII, con la Tara Verde (Samaya Tara Yogini) en el centro y las Taras Azul, Roja, Blanca y Amarilla en las esquinas, Museo de Arte de Rubin.
Las imágenes de la Virgen María, madre de Jesús, frecuentemente están rodeadas por una aureola, como en esta imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

Se llama aureola (del latín áurea, ‘dorado’) al disco, aro o círculo de luz que se observa alrededor de la cabeza de personajes sagrados en cuadros, vitrales o esculturas. Durante los inicios del arte cristiano, esa forma de representar la "iluminación" estaba restringida a la imagen de Jesucristo, extendiéndose luego a la Virgen, los apóstoles, los ángeles y, finalmente ya desde el siglo V, a todos los santos e incluso a los objetos simbólicos del culto cristiano. En algunas ocasiones, en especial en las representaciones góticas de santos, se incluye el nombre del santo dentro de la aureola.[1]

Icono ruso con la Transfiguración. Jesús es mostrado rodeado por una aureola azul con destellos blancos (Siglo XV, atribuido a Teófanes el Griego, Galería Tretiakov, Moscú).

La aureola ha sido utilizada también como una forma oval o elíptica cuando rodea el cuerpo completo de la figura, aunque también se observan formas circulares o cuadradas en algunas representaciones. En ocasiones el artista coloca también detrás de sus figuras círculos dorados o adornados con estrellas para representar las aureolas. Cuando ésta se representa como un disco luminoso sobre la cabeza se conoce como halo o nimbo, mientras que la combinación de nimbo y aureola se conoce por gloria. La distinción entre nimbo y aureola no siempre es respetada, siendo la última la forma más frecuente de representar el aura o manifestación visual de la fuerza espiritual de los santos, ángeles o las personas de la Santísima Trinidad.

El nimbo en el arte cristiano apareció por primera vez en el siglo V. El origen de la aureola, sin embargo, se remonta unos siglos antes, al arte precristiano helenístico. También puede ser observado en representaciones de dioses y reyes durante el Imperio persa, y aparece así en monedas de los reyes de Kushan, Kanishka, Huvishka y Vasudeva, así como también en la mayoría de las representaciones de Buda del arte Greco-budista del siglo I a. C., Su uso desde los egipcios y la Grecia helenísticos se extiende en los inicios del Imperio romano. Ejemplos de uso del nimbo en este contexto se observan en los reversos de monedas romanas, con representaciones de Trajano (Arco de Constantino) y Antonino Pío. Varios emperadores romanos fueron frecuentemente representados usando una corona radiante, cuyos rayos pretendían ilustrar los provenientes del Sol.

La forma circular del nimbo constituye una forma de uso natural y primitiva de la idea de una corona,[cita requerida] modificada por una idea simple equivalente de la emanación de luz desde la cabeza de un individuo superior, o bien, por el fenómeno meteorológico de un halo frecuentemente observado en el Sol, la luna y las estrellas. Es probable que asociaciones posteriores del símbolo tuvieran un origen en la astrología primitiva, como en el caso del dios persa Mitra, glorificado frecuentemente identificándolo con el Sol y representándolo con su imagen. La aureola es también el hvareno del mazdeísmo.[2][3]​ De haberse iniciado de tal forma en la astrología primitiva, la forma de "gloria" o "nimbo" habría sido adaptada o heredada por diferentes religiones con posterioridad.

  1. Monreal y Tejada, Luis. Iconografía del cristianismo. El Acantilado. ISBN 84-95359-28-6. 
  2. Ramsden, E. H. (abril de 1941). «The halo: a further enquiry into its origin». The Burlington Magazine for Connoisseurs (The Burlington Magazine Publications, Ltd.). Vol. 78 (No. 45): , p. 131. ISSN 0951-0788. 
  3. Encyclopædia Britannica, 14th Edition, Vol. 15. Encyclopædia Britannica, Inc. p. 620. 

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