El bricolaje (del francés bricolage) es la actividad manual que realiza una persona como aficionada, sin recurrir a los servicios de un profesional, para la creación, mejora, mantenimiento o reparación, en especialidades como albañilería, carpintería, electricidad, fontanería, etc.[1] Este movimiento surgió en Inglaterra en los años 50 y rápidamente se extendió luego por todo el continente europeo, y de allí a otros lugares y a otras culturas.
El bricolaje es una actividad creativa que reutiliza lo preexistente por medio del empleo de los más variados recursos; para muchas personas es una actividad sencilla, entretenida, apasionante, motivadora, y con un aporte de utilidad para el hogar o para la familia, e incluso hasta beneficiosa para la salud (esto último en la medida que permite a una persona realizar actividades creativas y variadas en cuanto a lo físico, mental o intelectual, a quien de otra forma tal vez pasaría largos períodos de inactividad y de aburrimiento).[2]