El canto de las ballenas es la colección de sonidos que emiten las ballenas para comunicarse. Por ejemplo, la palabra "canto" se emplea en particular para describir el patrón de sonidos predecibles y repetitivos que emiten ciertas especies de ballenas (especialmente la ballena yubarta) de una manera que se asemeja al canto de los humanos, según los cetólogos.
Los procesos biológicos utilizados para producir el sonido varían de una familia de cetáceos a otra. Sin embargo, todas las ballenas, delfines y marsopas son mucho más dependientes del sonido para comunicarse y sentir que los mamíferos terrestres porque la absorción de la luz por el agua hace difícil la visión, ya que el movimiento de las partículas en el agua es relativamente más lento comparado con el aire. Además disminuye la efectividad del sentido del olfato.
Por otra parte, la comunicación auditiva es muy efectiva dentro del agua por razones físicas. En un medio gaseoso, como el aire, la energía de las vibraciones se disipa rápidamente a causa de su elasticidad, y el sonido se atenúa enseguida con la distancia. En los líquidos, que son más densos, el sonido se propaga a una velocidad mucho mayor, 1.500 m/s en el agua frente a 340 m/s en el aire; y siendo como son incompresibles (no varían apenas en densidad con la presión) se atenúa menos intensamente. Los cetáceos pueden así comunicarse a distancias enormes.
Los cetáceos tienen un sentido del oído muy elaborado, que incluye la habilidad de detectar con mucha precisión la dirección de procedencia de los sonidos. Lo aprovechan, sobre todo los delfines, para practicar la ecolocalización, emitiendo sonidos de cuyo reflejo se averigua la distancia y forma de los objetos circundantes. La forma globosa de la cabeza de cachalotes o delfines se debe a la existencia de un mecanismo de amplificación del sonido, el melón. Actualmente hay preocupación entre los ambientalistas por el aumento del ruido en los océanos debido a la pesca, porque se piensa que los humanos podemos estar acabando con el silencio característico del hábitat marino. Por esta razón se ha reclamado la interrupción del uso de sonares destinados a la investigación científica y la vigilancia militar. Recientemente (2004) se ha decidido suspender el empleo militar del sonar activo en Canarias, tras comprobarse su relación con el varamiento de cetáceos consecutivo a maniobras navales realizadas en 2002.