Las cataratas de Sangre es el nombre con el que se conoce un flujo de óxido de hierro situado en la Lengua glaciar,[1] en el valle Taylor, en Tierra de Victoria, en el este de la Antártida. Este paraje fue descubierto en por el geólogo australiano que dio nombre al valle.[2] Los primeros exploradores de la Antártida atribuyeron el color rojo a las algas rojas, pero posteriormente se ha demostrado que este fenómeno se produce por la presencia del óxido de hierro.