Chispero, en la jerga madrileña popular, se refería a un determinado tipo castizo de los barrios periféricos y más en concreto del Barrio de Maravillas.[1] Dependiendo del contexto, puede ser sinónimo de herrero, chulapo, ladrón, guapo, valiente.[nota 1] A lo largo del siglo XIX y parte del siglo XX, el amplio grupo social de los majos goyescos, se ha perfilado un poco según capricho de la tradición popular y de escritores y cronistas, en tres grupos tan pronto diferenciados como mezclados: los manolos, los "chulapos" y los chisperos. Galdós los define como un conjunto en este pasaje del tercer libro de los Episodios Nacionales, donde se relata el recibimiento del pueblo madrileño al rey Fernando VII, primero «Deseado» y luego «rey Felón».[2]
El abigarrado gentío que poblaba las calles se componía de todas las clases de la sociedad, abundando principalmente la manolería y chispería, hombres y mujeres, viejos y muchachos. Los ancianos inválidos y gotosos habían dejado el lecho, y sostenidos por sus nietos abríanse paso. Las viejas santurronas que durante tantos años olvidaran todo camino que no fuera el de sus casas a la cercana iglesia, acudían también llevadas de la devoción al nuevo Rey, y felicitándose unas a otras aturdían a los demás con el cotorreo de sus bocas sin dientes. Los niños no habían asistido a la escuela, ni los jornaleros al trabajo, ni los frailes al coro, ni los empleados a la covachuela, ni los mendigos a las puertas de las iglesias, ni las cigarreras a la fábrica, ni los profesores de las Vistillas dieron clase, ni hubo tertulia en las boticas, ni meriendas en la pradera del Corregidor, ni jaleo en el Rastro, ni colisión de carreteros en la calle de Toledo...
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