Conrado II | ||
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Detalle de una representación en miniatura (c. 1130) | ||
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Rey de Germania | ||
8 de septiembre de 1024-4 de junio de 1039 | ||
Predecesor | Enrique II | |
Sucesor | Enrique III (el Negro) | |
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Rey de Italia | ||
31 de marzo de 1026-4 de junio de 1039 | ||
Predecesor | Enrique II | |
Sucesor | Enrique III (el Negro) | |
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Emperador del Sacro Imperio | ||
26 de marzo de 1027-4 de junio de 1039 | ||
Predecesor | Enrique II | |
Sucesor | Enrique III (el Negro) | |
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Rey de Borgoña | ||
6 de septiembre de 1032-4 de junio de 1039 | ||
Predecesor | Rodolfo III | |
Sucesor | Enrique III (el Negro) | |
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Información personal | ||
Nacimiento |
990 Espira (Sacro Imperio Romano Germánico) | |
Fallecimiento |
4 de junio de 1039 Utrecht (Países Bajos) | |
Sepultura | Catedral de Speyer | |
Nacionalidad | Alemana | |
Religión | Cristianismo | |
Familia | ||
Familia | Dinastía salia | |
Padres |
Henry of Speyer Adelheid van Metz | |
Cónyuge | Gisela de Suabia (desde 1027) | |
Hijos | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Soberano | |
Firma | ||
Conrado II (ca. 989/990 - 4 de junio de 1039), conocido también como Conrado el Viejo y Conrado el Salio, fue un noble germano que llegó a gobernar como rey de Germania (Regnum Teutonicum, desde 1024) y de Italia (desde 1026) y que en 1027 consiguió ser coronado en Roma emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1039.[1] Fue el primero de una sucesión de cuatro emperadores salios, que reinaron durante un siglo hasta 1125. Tras la muerte en 1032 del rey Rodolfo III de Borgoña, que no tenía hijos, Conrado reclamó el dominio sobre el Reino de Borgoña, que conquistó con tropas alemanas e italianas e incorporó al imperio.[We. 1][2] Los tres reinos (Germania, Italia y Borgoña) formaron la base del imperio como la regna tria (tríada real).
Hijo de un noble de Franconia de nivel medio, el conde Enrique de Espira, y de Adelaida de Metz de la dinastía Matfriding, que había gobernado el ducado de Lorena desde 959 hasta 972, Conrado heredó los títulos de conde de Espira y de Worms durante la infancia después de la muerte de su padre alrededor del año 990. Extendió su influencia más allá de las tierras heredadas, al ganarse el favor de los príncipes del reino. En 1016 Conrado se casó con la duquesa Gisela de Suabia[Wo. 1] —hija de Herman II de Suabia que en 1002 había reclamado infructuosamente el trono alemán, tras la muerte de Otón III, que pasó a poder de Enrique II— que ya había enviudado dos veces (casada primero con el conde Bruno I, muerto alrededor de 1010, y luego con Ernesto I de la casa de Babenberg). Cuando en 1024 la línea dinástica imperial otoniana quedó sin sucesor tras la muerte del emperador Enrique II, una asamblea de los príncipes electores celebrada el 4 de septiembre nombró a Conrado, de 34 años, rey (Rex romanorum).[Wo. 2][We. 1][3] Fue coronado como rey en la catedral de Maguncia el 8 de septiembre de 1024.[1] Antes de tres años, el 26 de marzo de 1027, el papa Juan XIX coronó a Conrado y a su esposa Gisela como emperador y emperatriz, respectivamente, en la antigua basílica de San Pedro de Roma.[Wo. 3] A la coronación asistieron Canuto II de Dinamarca, Rodolfo III de Borgoña y 70 clérigos de alto rango, incluyendo a los arzobispos de Colonia, Maguncia, Trier, Magdeburgo, Salzburgo, Milán, y Rávena.[3] Logró incorporar al Imperio Lusacia, Borgoña y Suabia.
Conrado II adoptó muchos aspectos de su predecesor otoniano Enrique II con respecto al papel y la organización de la Iglesia, así como a las prácticas generales de gobierno, que a su vez se habían asociado con Carlomagno.[We. 2] Si bien el emperador no era antimonástico, inmediatamente abandonó el favoritismo que bajo sus antecesores Otón I y Enrique II se había mostrado hacia los hombres de la Iglesia, sustituyendo en las funciones administrativas al clero por funcionarios civiles, lo que le enfrentó a los grandes señores y al clero terrateniente.[Wo. 4] Otorgó privilegios que provocaron una liberalización de mercado, lo que promovió el comercio. En Italia, inicialmente dependió de los obispos (en su mayoría de origen alemán) para mantener el poder imperial. A partir de su segunda expedición italiana en 1036, cambió su estrategia y mediante el Edicto de Pavía (Edictum de beneficiis) del 28 de mayo de 1037 convirtió en hereditarios los pequeños feudos (valvassores, nobles menores), disminuyendo así su dependencia de los capitanei (los vasallos directos de un obispo o de un conde), lo que le procuró el apoyo de la pequeña nobleza y de la élite militar.[We. 3][2][4] Su reinado marcó un punto culminante del dominio imperial medieval durante un período relativamente pacífico para el imperio.
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