La convertibilidad es un sistema monetario que fija el valor de una moneda con el de otra considerada más estable (generalmente el dólar o el euro) u otro patrón (por ejemplo el oro). La ventaja de un sistema monetario convertible es lograr previsibilidad en el valor de una moneda y evitar saltos inesperados en su cotización. La desventaja es la rigidez monetaria, que puede llegar a causar valores irreales (sobrevaloración o subvaloración), impidiendo que la elasticidad del precio de la moneda corrija este tipo de situaciones.
Hasta el abandono del patrón oro, este metal solía ser el elegido como referencia para un sistema convertible. Luego se impuso el uso del dólar estadounidense y a comienzos del siglo XXI en algunos países, el euro empieza a ser usado con este propósito.
Existe también un sistema llamado canasta de monedas que básicamente es una convertibilidad, pero tomando como referencia más de una moneda —por ejemplo, la suma del dólar y el euro dividida por dos—. Este sistema puede llegar a ofrecer una mayor fluctuación que la convertibilidad clásica, aunque no es muy usado.