Una cordillera es una sucesión de montañas enlazadas entre sí (mayor que la sierra).[1] Un sistema montañoso o cinturón montañoso es un grupo de cordilleras con similitudes en cuanto a forma, estructura y alineación que han surgido por la misma causa, generalmente una orogenia.[2]
Las cordilleras se forman por una variedad de procesos geológicos, pero la mayoría de las significativas de la Tierra son el resultado de la tectónica de placas. Constituyen zonas plegadas o en fase de plegamiento. En los geosinclinales, o zonas alargadas situadas en los bordes de los continentes, se acumula un gran espesor debido a la gran cantidad de sedimentos; cuando estos materiales sufren una importante compresión debido a empujes laterales, se pliegan y se elevan dando lugar a la formación de cadenas montañosas. A este tipo pertenece la mayor parte de las grandes cordilleras continentales: el Himalaya, los Andes, los Alpes, entre otras. Además de las fuerzas internas del planeta, intervienen en el modelado del relieve agentes externos, como el viento o el agua, y procesos ligados al clima, a la vegetación y al suelo.[3]
Las cordilleras también se encuentran en muchos objetos de la masa planetaria del sistema solar y es probable que sean una característica de la mayoría de los planetas terrestres.