La criba es un utensilio que se emplea para limpiar el grano (principalmente del trigo) de la paja, el polvo y otros sólidos no deseados con que se haya mezclado. A esta operación se la llama ahechar.[1]
La criba sencilla, que también se denomina harnero, zaranda, cribo y juera, se compone de un aro ancho y delgado de madera y de un fondo diversamente agujereado y de diferentes materiales, según la operación y la especie de grano a que se destina.
El fondo de la criba es por lo común de cuero crudo, taladrado de agujeros proporcionados al objeto de la operación. Si sólo se quiere limpiar el trigo del polvo, los agujeros son largos y angostos; si se pretende separar el grano menudo del grueso, los agujeros son proporcionados para dejar pasar los primeros y detener los segundos. Las cribas con el fondo de espartos poco distantes entre sí, llamadas más comúnmente jueras, sólo se emplean para separar el polvo y las semillas menudas del trigo.
Había en España ahechadores de profesión, los cuales tenían sus harneros o cribas agujereados de muchas maneras según las semillas que tenían que ahechar y el objeto de la operación. Cogían con la criba una cantidad de grano y, apoyándosela en la cintura, se movían a un lado y otro, y concluían dando a la criba un movimiento circular e inclinado hacia adelante y apartándola de repente. Este movimiento hace que junto al borde delantero de la criba se reúnan las inmundicias más ligeras que el trigo y, al apartarla bruscamente levantando y bajando un poco la criba, las materias más ligeras caían en el suelo y el grano bueno se iba en la criba. Esta operación, difícil de explicar con bastante claridad, sólo se dominaba con la práctica. Los menos diestros se contentaban con reunir las ahechaduras en el centro de la criba por el movimiento circular y quitar con la mano el remolino de paja y semillas que se forma y que suelen llamar repelón.