La Crisis luxemburguesa fue un conflicto diplomático surgido de la oposición de las cancillerías europeas, en especial el Reino de Prusia, a la compra por parte de Napoleón III del Gran Ducado de Luxemburgo. Esta situación casi llevó a la guerra entre ambos estados y pese a que se solucionó pacíficamente con el Tratado de Londres (1867) fue una de las causas del posterior enfrentamiento entre Francia y Prusia en la guerra franco-prusiana de 1870.