Gente del Libro o Gentes del Libro (en idioma árabe أهل الكتاب, Ahl al-Kitâb y también dhimmis) es el nombre con el que en el islam se designa a los creyentes de religiones abrahámicas o monoteístas, que vive en un país islámico. El Diccionario en línea Merriam-Webster lo ha definido como "una persona que vive en una región invadida por la conquista musulmana, a la que se le otorgó un estatus de protección y se le permitió conservar su fe original". De acuerdo con la ley islámica ortodoxa, aquellos que están calificados para el estatus de Dhimmi dentro de la sociedad musulmana son los cristianos, judíos y zoroastras libres (es decir, no esclavos). A los seguidores de otras religiones considerados idólatras o politeístas, así como a los que no la tienen (ateos), se les exige que se conviertan al islam y si se niegan, serán obligados a convertirse (aunque esto no ha sido así en toda la historia). Según el Corán y el hadiz, los dhimmis deben pagar el impuesto de yizia como señal de sumisión.
Particularmente designa a los que, tras la conquista musulmana (desde el siglo VII) no se convirtieron y, como poblaciones protegidas, conservaron su culto y, hasta cierto punto, su forma de gobierno y sus propias leyes. Sin embargo, numerosas restricciones reforzaron el estatus de segunda clase de las comunidades dhimmis y las forzaron a entrar en guetos. Por ejemplo, deben distinguirse de sus vecinos musulmanes por su vestimenta. No se les permitió construir nuevas iglesias o sinagogas, sino solo reparar las antiguas. Un hombre musulmán puede casarse con una mujer dhimmi judía, cristiana o sabea, que puede mantener su propia religión ya que los hijos serán musulmanes, pero una mujer musulmana no puede casarse con un hombre dhimmī a menos que se convierta al islam.[1] A los dhimmis se les prohíbe convertir musulmanes bajo severas penas, mientras que se anima a los musulmanes a convertir a los dhimmīs al islam.[2]
El pacto de Omar, emitido por el Segundo Califa Islámico Umar, impuso una larga lista de condiciones humillantes a los dhimmis. Por ejemplo, los dhimmis tenían que moverse de sus asientos si un musulmán deseaba sentarse allí y se les prohibía manifestar su religión en público.[3] El Pacto de Umar ganó estatus canónico en la jurisprudencia islámica. El concepto se sigue aplicando en la actualidad tanto a los cristianos o judíos que viven en un territorio musulmán (Dar al-Islam o Mundo islámico, 'Mundo de la Paz') como a los que viven en territorios no musulmanes (Dar al-Harb, Mundo de la guerra o Tierra de la guerra, que reciben el nombre de harbiyun).
Tras la conquista, las poblaciones consideradas gentes del Libro fueron: los cristianos (en España los mozárabes, en Egipto los coptos, en distintas regiones de Próximo Oriente armenios, maronitas, etc.); los judíos, que vivían en sus propios barrios o juderías, los sabeos de Yemen, los mandeos en Irak y los zoroastrianos en Persia. A hindúes, budistas y jainistas se les extendió el estatus bajo el Imperio mogol de la India, aunque esto fue excepcional.[4]
Una parte (creciente con el tiempo) de los habitantes de los territorios del Imperio islámico se convirtieron al islam, para evitar pagar la yizia, jarach u ofrecer a sus hijos en el Devşirme, así como otras prácticas discriminatorias en contra de los llamados infieles. No solo ellos, sino también muchos de los que mantenían su religión tradicional procuraban arabizarse (incorporar la lengua y cultura árabes, y con el paso de las generaciones, identificarse como árabes). La conversión traía ventajas sociales y económicas, como era eludir el doble impuesto que debían pagar los no musulmanes: uno, por la cantidad de tierras poseídas; otro, dependiendo del número de habitantes. Los infieles no tenían derecho a poseer armas y su palabra podría valer hasta 1/4 de la de un musulmán. En cambio, los musulmanes estaban solo obligados al pago de una limosna legal o zakat (azaque).
En Irán, por ejemplo, la Constitución reconoce a los judíos, cristianos y zoroastrianos ('sabeos') como "gente del libro" dotándolos de ciertos derechos como relativa libertad religiosa así como representación en el Parlamento,[5] derechos que no tienen otras minorías religiosas como los bahais. Los mandeos en Irán están clasificados legalmente como cristianos y acceden a los derechos establecidos para esta comunidad aunque los mandeos mismos no se consideran cristianos.
El teólogo islámico Asghar Ali argumenta que el Corán contiene muchos mandatos que ordenan a los musulmanes guardar respeto hacia todas las demás religiones, no destruir los templos de ninguna religión y convivir pacíficamente con todos los grupos religiosos, no solo cristianos y judíos, sino también paganos, y que el combate islámico hacia la idolatría se refería solo a la interpretación literal del término idólatra, es decir, el que adora a un ídolo, pero no hacia las religiones como el hinduismo o el budismo en donde los ídolos son solo vistos como el símbolo de una fuerza divina superior. Ejemplo de ello fue el gobierno de Mahoma en Medina donde el profeta en persona ordenó respetar las prácticas y creencias de judíos, cristianos y paganos permitiéndoles mantener sus prácticas y autogobiernos, así como la tolerancia hacia hindúes bajo ciertos gobiernos mogoles en India.[6] El Corán también prohíbe insultar a otros dioses para así evitar que se insulte a Dios por ignorancia y como respuesta.