El encarcelamiento consiste en encerrar a una persona en una instalación penitenciaria (prisión, cárcel), normalmente oficial, pero en algunos casos (lo que puede constituir una violación de los derechos humanos) no oficial. El encarcelamiento puede imponerse tras una sentencia judicial que considere a esa persona culpable de delitos penados con la cárcel. También puede imponerse tras detener a esa persona y acusarla de ese tipo de delitos (prisión preventiva), sin esperar al juicio.
En otros casos en que una persona es retenida contra su voluntad, por personas sin autoridad, o con ella, pero infringiendo los procedimientos, se estaría hablando de secuestro o de detención ilegal, respectivamente, pero no se calificaría de encarcelamiento. Tampoco se hablaría de encarcelamiento cuando un individuo, supuestamente con sus facultades mentales mermadas, es recluido en un centro de salud mental para tratarlo y evitar que se haga daño a sí mismo o a otros. Se hablaría más bien de internamiento psiquiátrico.
Habitualmente se entiende que encarcelamiento implica el internamiento en una prisión utilizada para ese fin de acuerdo con las disposiciones de la ley.[1] No se suelen considerar encarcelamiento penas como arresto domiciliario u obligación de llevar un brazalete electrónico. Tampoco al confinamiento general de la población en sus domicilios por causa de epidemia.
A veces se producen desequilibrios de género en las tasas de encarcelamiento, siendo más probable el encarcelamiento de hombres que el de mujeres.[2] También se producen desequilibrios raciales. En Inglaterra y Gales, la proporción de la población negra encarcelada es muy superior a la de la blanca. [3] En Estados Unidos en 2019 la probabilidad de ir a prisión de un blanco era 6 veces menor que la de un negro y 2,7 veces menos que la de un hispano.[4]