Fauno (en latín: Faunus ‘el favorecedor’ –de favere– o quizá ‘el portador’ –de fari–; en italiano: Fauno) era, en la mitología romana, una de las divinidades más populares y antiguas entre los di indigetes (dioses indígenas), identificado con el griego Pan debido a la similitud de sus atributos.
Fauno era el dios de los campos y los bosques, protector de los rebaños, a los que hacía más fecundos y los defendía de los ataques de las alimañas. En otro aspecto, fue considerado un dios profético que revelaba el porvenir por medio de voces que se oían en los bosques o a través de sueños; algunas veces se le consideraba como el responsable de las pesadillas nocturnas. Se le representaba con carácter lascivo, persiguiendo constantemente a las ninfas de los bosques. Se pensaba que a veces podía mandar maleficios contra los campesinos, por lo que estos se frotaban el cuerpo con ciertas hierbas de protección.
Se le relaciona con Luperco y Silvano. El término faunos, en plural, se refiere a criaturas de los bosques con cuernos y pezuñas de cabra, equivalentes a los sátiros griegos.[1]