Fausto es el protagonista de la leyenda clásica alemana del mismo nombre. Se trata de un hombre inteligente y de mucho éxito, pero también insatisfecho con su vida, por lo que hace un pacto con el diablo en un cruce de caminos, entregando su alma a cambio de conocimiento y placeres mundanos ilimitados.
La leyenda de Fausto, que remite directamente al tema de Job (el justo que sufre injustamente), es la base de muchas obras literarias, artísticas, cinematográficas y musicales que la han reinterpretado a través de los años. «Fausto» y el adjetivo «fáustico» implican una situación en la que una persona ambiciosa renuncia a la integridad moral para alcanzar el poder y el éxito durante un plazo limitado.[1][2]
El Fausto de los primeros libros —así como las baladas, obras de teatro, películas y obras de títeres que surgieron de ellos— está irremediablemente condenado porque prefiere el conocimiento humano al divino: «Dejó las Sagradas Escrituras detrás de la puerta y debajo del banco, se negó a ser llamado doctor en teología y prefirió en cambio ser llamado doctor en medicina».[1] Las obras de teatro y marionetas cómicas basadas liberalmente en esta leyenda fueron populares en toda Alemania en el siglo XVI, reduciendo a menudo a Fausto y a Mefistófeles a figuras para la diversión vulgar. La historia fue popularizada en Inglaterra gracias a Christopher Marlowe, que la trató de forma clásica en su obra The Tragical History of Doctor Faustus (La trágica historia del doctor Fausto, cuya fecha de publicación es discutida, pero probablemente sea alrededor de 1587).[3] En la reelaboración que Goethe hizo de la historia más de dos siglos después, Fausto se convierte en un intelectual insatisfecho que anhela «algo más que carne y bebida terrenales» en su vida.