El frisado[1] (en inglés pilling) es el fenómeno por el cual se forman en la superficie de los tejidos, y durante su uso, pequeños nudos o bolitas que pueden restar valor estético de los elementos (prendas de vestir, ropa de casa, etc.) realizados con ellos.
Es frecuente en tejidos con fibras naturales como la lana, el cachemir o la seda. A pesar del aspecto exterior del tejido —las bolitas no favorecen la estética de la prenda—, no indica una baja calidad del mismo; es un fenómeno natural e inevitable. No existe ningún remedio eficaz para evitar el frisado, aunque se puede disminuir o retrasar con una esmerada protección al roce intensivo. Por ejemplo, en el caso de las prendas de vestir es importante evitar el roce con los complementos (collares, pulseras, bolsos, etc), piezas que suelen ser móviles y generan una fricción constante con las otras prendas.
El frisado, también conocido en algunos países como moteo, se produce por el roce de las fibras que componen los tejidos. La permanencia de las bolitas depende de la resistencia de las fibras; en tejidos de fibras 100% naturales se desprende tirando suavemente de los nudos. Existen en el mercado diversos instrumentos, manuales o eléctricos para la eliminación de las bolitas y pelusa pero con funcionalidad limitada.