Fundamentalismo es el nombre que recibe la corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados o fundacionales (por encima de una interpretación contextual), o bien la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida, por lo que considera un determinado libro, entidad o institución como autoridad máxima, ante la cual ninguna otra autoridad puede invocarse y la cual incluso debería imponerse sobre las leyes de las sociedades democráticas.
Por ejemplo: en principio, la palabra fundamentalismo se refiere a un movimiento islámico que propugna una estricta aplicación de la ley coránica a la vida social.[1] También se puede referir a un movimiento cristiano que se basa en una interpretación literal de la Biblia —literalismo bíblico—, que surge en Estados Unidos a inicios de la Primera Guerra Mundial.[1]
También, en otros casos, se puede relacionar al fundamentalismo político, que no es menos común. Algunos ejemplos de libros comunes entre fundamentalistas políticos son Mi lucha, de Adolf Hitler, y el Libro Rojo, de Mao Zedong. El fundamentalismo político no necesariamente se relaciona de manera directa o indirecta con las religiones tradicionales, sino que promueven una cosmovisión radical e incluso antiteísta.
El término además se identifica con las corrientes antimodernistas de distintas religiones. A veces se confunde con el milenarismo y con el mesianismo o es asociado con fanatismo o extremismo, aunque este último término se suele reservar para actitudes específicamente políticas. El término integrismo, que es el tradicional en español para referirse a este fenómeno, está semánticamente muy próximo, aunque en una interpretación estricta el fundamentalismo designa un fenómeno moderno (una forma de rechazo a las consecuencias secularizadoras de la modernidad, pero surgido desde la modernidad tecnológica), mientras que el integrismo promueve una respuesta tradicionalista.