Las gafas,[1] también conocidas como lentes,[2][3] anteojos, antiparras, binóculo[4] o espejuelos, son un instrumento óptico formado por un par de lentes sujetadas a un armazón, que se apoya en la nariz mediante un arco y dos patillas[5] (también llamadas varillas[6] o gafas)[7] que ayudan a sostenerlas en las orejas.
Son una combinación de dos productos sanitarios: las lentes y la montura que el profesional óptico u optometrista adapta a un paciente determinado basándose en la corrección precisa de cada ojo, su distancia interpupilar y la montura escogida. Se usan principalmente para compensar defectos de la vista, tales como la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía o la presbicia; aunque también existen gafas especiales para proteger a los ojos en actividades en las que exista un riesgo para estos (en este caso si no tienen corrección óptica no son producto sanitario). Funcionan enfocando la luz a través de las lentes para compensar los defectos visuales.
Existen también gafas bifocales en las que combinan dos lentes de distinta graduación en una sola, indicadas para pacientes présbitas permitiendo al usuario ver a lo lejos y de cerca; y las lentes trifocales permiten además ver a una distancia intermedia. Estas últimas ya no se usan mientras que los bifocales se usan cada vez menos a favor de las lentes progresivas.
Los usuarios de gafas pueden utilizar una correa para evitar que las gafas se caigan. Los usuarios de gafas que sólo las utilizan una parte del tiempo pueden llevarlas sujetas a un cordón que se pasa alrededor del cuello para evitar que se pierdan o se rompan. La pérdida de las gafas sería perjudicial para quienes trabajan en estas condiciones.
Las gafas de sol permiten una mejor visión a plena luz del día y pueden proteger los ojos contra los daños causados por niveles excesivos de luz ultravioleta. Las lentes típicas de las gafas de sol están tintadas para proteger contra la luz brillante o polarizadas para eliminar el deslumbramiento; las gafas fotocromáticas están oscurecidas o ligeramente tintadas en condiciones de oscuridad o en interiores, pero se convierten en gafas de sol cuando entran en contacto con la luz ultravioleta. La mayoría de las gafas de sol de venta sin receta no tienen poder corrector en los cristales; sin embargo, se pueden fabricar gafas de sol graduadas especiales. Las personas con enfermedades cuyo síntoma principal es la fotofobia (como ciertas migrañas o el síndrome de Irlen) suelen llevar gafas de sol o cristales tintados de precisión, incluso en interiores y por la noche.
Pueden utilizarse gafas especializadas para ver información visual específica, por ejemplo, gafas 3D para cine 3D (estereoscopía). En ocasiones, las gafas se utilizan únicamente por motivos estéticos o de moda. Incluso en el caso de las gafas que se utilizan para corregir la visión, existe una amplia gama de modas, con monturas de plástico, metal, alambre y otros materiales.