La guerra de Granada fue el conjunto de campañas militares que tuvieron lugar entre 1482 y 1492, emprendidas por la reina Isabel I de Castilla y su esposo, el rey Fernando II de Aragón, en el interior del reino nazarí de Granada, que culminaron con la rendición del sultán Boabdil, quien había oscilado entre la alianza, el doble juego, la contemporización y el enfrentamiento abierto con ambos bandos.
La victoria cristiana tuvo como consecuencias la integración en la Corona de Castilla del último reino musulmán de la península ibérica, finalizándose el proceso histórico de la Reconquista que los reinos cristianos habían comenzado en el siglo VIII. Ese hecho motivó que el papa Alejandro VI concediese a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos en 1496.
Los diez años de guerra no fueron un esfuerzo continuo: solían marcar un ritmo estacional de campañas iniciadas en primavera y detenidas en el invierno. Además, el conflicto estuvo sujeto a numerosas vicisitudes bélicas y civiles. En el bando cristiano fue decisiva la capacidad de integración en una misión común que emprendió principalmente la Corona de Castilla, apoyada por la nobleza castellana y el imprescindible impulso del clero, bajo la autoridad de la emergente Monarquía Católica. La participación de la Corona de Aragón fue de menor importancia: aparte de la presencia del propio rey Fernando, su participación consistió en la colaboración naval, la aportación de expertos artilleros y el empréstito financiero. En el bando musulmán fueron notables los enfrentamientos internos entre distintas facciones que favorecieron el éxito de sus contrarios.
La protocolaria entrega de las llaves de la ciudad y la fortaleza-palacio de la Alhambra el 2 de enero de 1492 se sigue conmemorando todos los años en esa fecha, con un tremolar de banderas desde el Ayuntamiento de Granada.