Las guerras del Imperio otomano en Europa, también conocidas como guerras otomanas o guerras turcas, en particular en antiguos textos europeos, fueron una serie de conflictos militares entre el Imperio otomano y diversos Estados europeos desde la Baja Edad Media hasta comienzos del siglo XX. Los primeros conflictos comenzaron durante las guerras bizantino-otomanas, libradas en Anatolia a finales del siglo XIII, antes de entrar en Europa a mediados del siglo XIV con las guerras búlgaro-otomanas. A mediados del siglo XV se produjeron las guerras otomano-serbias y otomano-albanesas. Gran parte de este periodo se caracterizó por la expansión otomana en los Balcanes. En los siglos XV y XVI, el Imperio otomano realizó nuevos avances en Europa Central, que culminaron en el apogeo de las reivindicaciones territoriales otomanas en Europa.[1][2]
Las guerras otomano-venecianas duraron cuatro siglos, desde 1423 hasta 1718. Este periodo fue testigo de la caída de Negroponte en 1470, el asedio de Malta en 1565, la caída de Famagusta (Chipre) en 1571, la derrota de la flota otomana en la batalla de Lepanto en 1571 (para ese momento la mayor batalla naval de la historia), la caída de Candía (Creta) en 1669, la reconquista veneciana de Morea (Peloponeso) en la década de 1680 y su pérdida de nuevo en 1715. La isla de Corfú, bajo dominio veneciano, fue la única isla griega no conquistada por los otomanos.[3]
A finales del siglo XVII, las potencias europeas empezaron a consolidarse contra los otomanos y formaron la Liga Santa, revirtiendo una serie de conquistas territoriales otomanas durante la Gran Guerra Turca de 1683 a 1699. No obstante, ejércitos otomanos fueron capaces de resistir a sus rivales europeos hasta la segunda mitad del siglo XVIII.[4]
En el siglo XIX, los otomanos se enfrentaron a la insurrección de sus súbditos serbios (1804-1817), griegos (1821-1832) y rumanos (1877-78). Esto ocurrió junto con las guerras ruso-turcas, que desestabilizaron aún más el imperio. El retroceso final del dominio otomano comenzó con la Primera guerra de los Balcanes (1912-1913) y culminó con la firma del Tratado de Sèvres tras la Primera Guerra Mundial, que condujo a la partición del Imperio otomano.