Un herbicida es un producto químico utilizado para controlar y/o eliminar plantas indeseadas. Algunos actúan interfiriendo con el crecimiento de las malas hierbas y se basan frecuentemente en las hormonas de las plantas.[1] Los herbicidas selectivos controlan especies de malas hierbas específicas, dejando al cultivo deseado relativamente indemne, mientras que los herbicidas no selectivos (a veces denominados herbicidas totales en los productos comerciales) pueden utilizarse para limpiar terrenos baldíos, terrenos industriales y de construcción, vías férreas y terraplenes de ferrocarril, ya que matan todo el material vegetal con el que entran en contacto. Aparte de la selectividad/no selectividad, otras distinciones importantes son la persistencia (también conocida como acción residual: el tiempo que el producto permanece en el lugar y sigue siendo activo), el medio de absorción (si se absorbe sólo por el follaje sobre el suelo, a través de las raíces o por otros medios) y el mecanismo de acción (cómo funciona). Históricamente, productos como la sal común y otras sales metálicas se utilizaban como herbicidas, pero su uso ha ido disminuyendo y en algunos países algunos de ellos están prohibidos debido a su persistencia en el suelo y a la preocupación por la toxicidad y la contaminación de aguas subterráneas. Los herbicidas también han sido utilizados en guerras y conflictos, por ejemplo, como agentes defoliantes o para perturbar la producción agrícola.
Plaguicidas | ||
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Pesticidas | ||
Microbicidas y Antimicrobianos | ||
Los herbicidas modernos suelen ser imitaciones sintéticas de las hormonas vegetales naturales que interfieren en el crecimiento de las plantas objetivo. El término herbicida orgánico ha llegado a designar a los herbicidas destinados a la agricultura ecológica. Algunas plantas también producen sus propios herbicidas naturales, como el género Juglans (nogal), o el árbol del cielo; esta acción de los herbicidas naturales, y otras interacciones químicas relacionadas, se denomina alelopatía. Debido a la resistencia a los herbicidas -una de las principales preocupaciones en la agricultura- varios productos combinan herbicidas con diferentes medios de acción. La gestión integrada de plagas puede utilizar herbicidas junto con otros métodos de control de plagas.
En los Estados Unidos en 2012, alrededor del 91% de todo el uso de herbicidas, determinado por el peso aplicado, fue en la agricultura.[2] : 12 En 2012, el gasto mundial en plaguicidas ascendió a casi 24.700 millones de dólares; los herbicidas representaron cerca del 44% de esas ventas y constituyeron la mayor parte, seguidos de insecticidas, fungicidas y fumigantes.[2]: 5 El herbicida también se utiliza en la silvicultura,[3] donde se ha descubierto que ciertas formulaciones suprimen las variedades de madera dura en favor de las coníferas tras la tala de árboles,[4] así como los sistemas de pastoreo, y la gestión de las zonas reservadas como hábitat de la fauna.