Jacobismo | ||
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Jacobo II de Inglaterra, retrato de 1686 | ||
Operacional | 1688-1780s | |
Objetivos | Restaurar el Antiguo Régimen en Gran Bretaña y devolver el trono a los Estuardo | |
Regiones activas | Islas británicas | |
Ideología |
Absolutismo Emancipación católica Antiunionismo Derecho divino de los reyes Lealismo a la Casa de Estuardo | |
Aliados | Imperio sueco, Reino de Francia y España borbónica | |
Enemigos | Reino de Gran Bretaña y Reino de Irlanda | |
El jacobismo fue un movimiento político que intentaba conseguir la restauración en los tronos de Inglaterra, Escocia, e Irlanda de la católica Casa de Estuardo (incluso con posterioridad a 1707, cuando ambos títulos se unieron de facto en el trono del Reino Unido por medio del Acta de Unión). El movimiento toma su nombre del rey católico Jacobo II, destronado en 1688 (durante la Revolución Gloriosa) y reemplazado por su yerno e hija protestantes: Guillermo de Orange, que reinó como Guillermo III, y María Estuardo, coronada como María II. De acuerdo con el Parlamento de Inglaterra, Jacobo había «abandonado» el trono inglés, decisión que fue compartida por la Convención escocesa, que otorgó a Guillermo y María la corona de Escocia.
La revolución creó el principio de un contrato entre monarca y pueblo, que de llegar a violarse significaba que el monarca podía ser removido de su cargo. Un principio clave del jacobismo era que los reyes eran designados por Dios, lo que convertía al régimen posterior a 1688 en ilegítimo. Sin embargo, funcionaba también como una válvula de escape del descontento popular y por lo tanto constituyó una compleja mezcla de ideas, muchas de las cuales eran rechazadas por los Estuardo mismos. El conflicto entre el Príncipe Carlos y los jacobitas escoceses a causa de las Actas de Unión de 1707 y el derecho divino socavaron seriamente la rebelión de 1745.
El movimiento tuvo lugar entre 1688 y 1780, y fue sostenido e incitado por las monarquías católicas francesa y española. Se hallaba implantado sobre todo en Irlanda y en las Tierras Altas de Escocia (Highlands) que fueron escenario de numerosas revueltas. Más marginalmente, el jacobitismo disponía igualmente de un cierto número de partidarios en el norte de Inglaterra y en el País de Gales. Los jacobitas, especialmente bajo el liderazgo de Guillermo III y la reina Ana, podían ofrecer una alternativa factible a la corona, y la corte exiliada en Francia (y posteriormente en Italia) era a menudo frecuentada por soldados y políticos descontentos. Después de 1714, el monopolio del poder en manos de los Whigs llevó a muchas intrigas entre jacobitas y tories.