Los juegos de azar son juegos en los cuales las posibilidades de ganar o perder no dependen exclusivamente de la habilidad del jugador, sino que interviene también el azar. Son también juegos de apuestas, cuyos premios están determinados por la probabilidad estadística de acertar la combinación elegida; mientras menores sean las probabilidades de obtener la combinación correcta mayor es el premio.
Hay algunos de larga duración y de pocas probabilidades de ganar como la lotería o loto, pero otros fáciles y cortos como los dados.
Existen juegos de azar donde la habilidad del jugador puede influir en el desarrollo del juego, como ocurre en los juegos de naipes como el póquer. No obstante, el resultado del final del juego depende del azar y las cartas que toquen a cada jugador.
Por cierto tiempo, el premio más elevado otorgado por un juego de azar fue dado en Estados Unidos en 1998, cuando 295 millones de dólares fueron repartidos entre trece operarios; pero esta marca fue superada por otro caso en 2012, cuando el ganador obtuvo casi 656 millones de dólares.[1]
Principalmente es útil la destreza del jugador para calcular las posibilidades que se deriven de una o varias acciones, en relación siempre con el azar; además, el jugador debe ser hábil para reducir la probabilidad de resultados desfavorables y aumentar la de los favorables mediante sus acciones. Sin embargo, el componente impredecible que es el azar puede arrebatar la victoria hasta al jugador más experimentado y diestro.