Alejo Julio Argentino Roca[1] (San Miguel de Tucumán, 17 de julio de 1843 – Buenos Aires, 19 de octubre de 1914) fue un político, militar, y estadista argentino que se desempeñó dos veces como presidente de la Nación Argentina, desde 1880 hasta 1886 y desde 1898 hasta el año 1904. Con un total de doce años entre sus dos mandatos presidenciales no consecutivos de seis años, Roca es la persona que más tiempo ha ejercido la jefatura de estado constitucional de la Argentina.
Roca es el representante más influyente de la denominada Generación del 80 y dirigió la política argentina durante más de treinta años a través del Partido Autonomista Nacional (PAN), partido que se mantuvo 42 años en el poder sin ninguna alternancia, tejiendo complejos sistemas de alianzas con distintas fuerzas, lo que le valió el apodo de «el Zorro».[nota 1] Lideró la corriente «roquista», caracterizada por el personalismo y el control del poder político por parte de un pequeño grupo de personas, oponiéndose a las reformas electorales democratizadoras como el sufragio secreto y el voto obligatorio que reclamaban los sectores antiroquistas.[2][3][4]
Es conocido por dirigir la Conquista del Desierto, una serie de estratégicas campañas militares contra los pueblos indígenas que habitaban la Patagonia y parte de la pampa.
Durante sus dos mandatos como presidente, ocurrieron muchos cambios importantes, particularmente grandes proyectos de infraestructura de ferrocarriles e instalaciones portuarias; aumento de la inversión extranjera, junto con la inmigración a gran escala desde Europa y Asia; expansión de los sectores agrícola y pastoril de la economía; y laicización de la legislación que fortalece el poder estatal (educación pública y registro civil). La principal preocupación de Roca en política exterior era poner límites fronterizos con Chile, que nunca se habían determinado con precisión. Roca aprovechó que en el año 1881 Chile se encontraba librando la guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú, por lo que para Chile era estratégicamente importante no tener un segundo frente militar. Gracias a esto Argentina ganó territorio tras la firma del tratado de 1881.
El legado de Roca ha sido objeto de profundos debates entre historiadores. Sus partidarios exaltan su papel en la consolidación definitiva del Estado argentino, su expansión territorial, la federalización de Buenos Aires, la educación pública, la laicización del Estado y el elevado crecimiento económico que condujo al país a situarse entre las naciones más ricas del mundo durante varias décadas.[5][6][7][8] Por otro lado, sus detractores ponen énfasis en el trato brutal recibido por los pueblos originarios durante la «Conquista del Desierto» (con algunos llegando a calificarlo como genocidio),[9] así como el carácter antidemocrático, fraudulento y oligárquico del modelo político y económico implementado durante su período de gobierno.[10][11] En general, existe un consenso respecto a que Roca fue uno de los presidentes más importantes y una figura determinante para la historia argentina durante la última etapa del siglo XIX y principios del siglo XX,[12] y se le recuerda en Argentina por medio de numerosos memoriales.
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