La Mancha es una región natural, comarca o "macrocomarca" [1][2] situada en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, en el centro de España, que ocupa parte de las actuales provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo. De límites imprecisos, su superficie varía según los autores: desde 15.000 km² [3][4]hasta 30 000 km² [5][6][7][8], constituyendo una de las altiplanicies y regiones naturales más extensas de la península ibérica. Representa el centro de la Submeseta Sur.
El origen del topónimo es desconocido, aunque varias fuentes afirman su procedencia árabe, si bien desde distintas etimologías. Una supondría que el topónimo «Mancha» sería pronunciado en árabe como Manxa o Al-Mansha, que se traduce como «tierra sin agua», y otra como Manya, traducida como «alta planicie» o «lugar elevado».[9] El vocablo árabe Manxa, según la primera teoría, tendría el significado de «tierra de espartos» o «tierra seca», estando vinculado con el antiguo Campo Espartario, tomado de la Carthagena Espartera, heredera a su vez de la provincia romana Carthaginense.[10] Su gentilicio es «manchego/a».[11]
Tras la Reconquista cristiana, entre los siglos XI y XIII, el territorio manchego adquirió la estructura que la marcaría en los siglos posteriores. Bajo soberanía castellana, en el seno del reino de Castilla en que quedaron subsumidos los antiguos reino de Toledo, reino de Sevilla, reino de Jaén y reino de Córdoba, el occidente manchego fue dominado por las poderosas órdenes militares de Santiago, Calatrava y San Juan, en tanto que su zona oriental, la llamada Mancha de Montearagón, fue controlada por el también poderoso señorío (más tarde marquesado) de Villena. Fueron los Reyes Católicos quienes finalmente dominaron a las órdenes de Santiago y Calatrava al convertirse el Rey Católico don Fernando de Aragón en maestre de ambas, y también quienes convirtieron en realengo buena parte del territorio del Marquesado de Villena. La Orden de San Juan no pasaría a control real hasta 1802, y los últimos señoríos pervivirían hasta entrado el siglo XIX.
La publicación y éxito de las dos novelas de Miguel de Cervantes sobre Don Quijote de la Mancha en 1605 y 1615, la mayor parte de cuyas aventuras y acciones transcurren en sus extensas llanuras, han dado celebridad y fama mundial a este territorio y su nombre. Tradicionalmente agrícola, la Mancha también da nombre a apreciados productos agrarios, como el queso manchego y la raza ovina de la que procede, el vino, el azafrán y el melón de la Mancha.
La Mancha formó parte del Reino de Toledo, y posteriormente de Castilla la Nueva, aunque con la creación de las provincias en 1833 la parte albaceteña quedó incorporada en la Región de Murcia. En el Medievo existió un Común de la Mancha, y en 1691 se creó una provincia de La Mancha, cuya capital fue Ciudad Real, que varió en sus dimensiones hasta su desaparición definitiva en 1833, pero ninguna de estas entidades incluyó la totalidad de los territorios considerados ya entonces como manchegos. En los siglos XIX y XX surgió un tímido regionalismo manchego, sin trascendencia política duradera. Desde 1982, la totalidad de la Mancha se circunscribe a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, cuyos límites transcienden notablemente los propiamente manchegos.