Una vez que hayas realizado la fusión de contenidos, pide la fusión de historiales aquí.
Este aviso fue puesto el 10 de abril de 2012.
Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección. Motivo: Punto de vista muy marcado a favor de la separación entre «laicidad» y «laicismo» y a favor de la religión y en particular del cristianismo.
El significado preciso del término laicidad es objeto de debate, pues si para algunos[2] significa mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte, para otros[3] se insiste en la no inclusión de la influencia religiosa en la vida social; para otros se trata de una modalidad o de un sinónimo de laicismo. Es una palabra con fuertes implicaciones en los ámbitos filosófico, político, social y religioso.[4]
El término «laicidad» es de reciente incorporación al Diccionario de la Real Academia Española. Hasta la 23.ª edición del diccionario, de 2013, recogía «laico» y «laicismo», pero no «laicidad».[5]
↑Así Peces-Barba distingue laicidad de laicismo, y también Savater llama laicidad a la autonomía de los ámbitos civil y religioso, y laicismo a la idea de una sociedad que no tome en consideración ciertas características no políticas de los ciudadanos: "¿Qué es la laicidad? Es el reconocimiento de la autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso, la separación entre la esfera terrenal de aprendizajes, normas y garantías que todos debemos compartir y el ámbito íntimo (aunque públicamente exteriorizable a título particular) de las creencias de cada cual". Señala ahí que es un bien para las dos áreas (política y religiosa) y libera a una de caer bajo la influencia de la otra. Es decir, la influencia manipuladora de lo religioso sobre lo civil, o de lo civil sobre lo religioso. Señala que «en España, algunos tienen inquina al término "laicidad" (o aún peor, "laicismo")». Que algunos lo interpretan como un Estado que conjugue todas las formas religiosas allí existentes. Poco después dirá: "Sin embargo, el laicismo va más allá de proponer una cierta solución a la cuestión de las relaciones entre la Iglesia (o las iglesias) y el Estado. Es una determinada forma de entender la política democrática y también una doctrina de la libertad civil. Consiste en afirmar la condición igual de todos los miembros de la sociedad, definidos exclusivamente por su capacidad similar de participar en la formación y expresión de la voluntad general y cuyas características no políticas (religiosas, étnicas, sexuales, genealógicas, etc...) no deben ser en principio tomadas en consideración por el Estado". Dirá también que el laicismo no se puede conjugar, estrictamente hablando, con una monarquía, con nacionalismos (señala que "no es lo mismo ser culturalmente distintos que políticamente desiguales"), aunque por el contexto se ve que incide mucho en la situación de España[1]