La mentira, según la RAE, es una «expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente.»[1] El hecho de comunicar mentiras se llama mentir, y es utilizado por las personas para fingir, engañar, aparentar, persuadir o evitar situaciones. Por otro lado, es frecuente el uso de las mentiras piadosas, con intenciones benevolentes que eviten situaciones desagradables o dañinas.[2]
El término mentira tiene varios usos en el lenguaje y se aplica a niveles diferentes, por ejemplo al de la comunicación (cuando uno busca engañar con sus palabras), o al de las actuaciones (cuando uno finge algo contrario a lo que siente o a lo que es).
En general, el término "mentira" tiene una connotación negativa y, dependiendo del contexto, una persona que miente puede ser objeto de sanciones sociales, legales, religiosas o penales; por ejemplo, el perjurio, o el acto de mentir bajo juramento, puede dar lugar a cargos penales y civiles contra el perjuro.
Aunque en muchas culturas se cree que el engaño puede detectarse observando comportamientos no verbales (por ejemplo, no establecer contacto visual, moverse nerviosamente, tartamudear), las investigaciones indican que las personas sobrestiman tanto la importancia de estas señales como su capacidad para juzgar con precisión el engaño.[3][4] En términos más generales, la capacidad de las personas para juzgar con veracidad se ve afectada por los prejuicios a la hora de aceptar la información entrante e interpretar los sentimientos como prueba de verdad. Las personas no siempre contrastan las afirmaciones entrantes con su memoria.[5]
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