La moral victoriana es la síntesis de las opiniones morales de los contemporáneos de la reina Victoria (1837–1901) y del clima moral general imperante en el Reino Unido en el siglo XIX, muy diferente al del anterior periodo georgiano. Muchos de estos valores se extendieron por el Imperio Británico. En la actualidad, el término «moral victoriana» describe cualquier conjunto de valores que engloben una fuerte represión sexual, baja tolerancia ante el delito y un estricto código de conducta social.
El término «victoriano» se utilizó por primera vez durante la Gran Exposición de Londres de 1851, en la que se mostraron al mundo invenciones e ideas victorianas.[1] Los valores victorianos se desarrollaron en todas las facetas de la vida de esa época. La moralidad y la ética de este periodo afectan a la religión, moral, elitismo, industrialismo y perfeccionamiento. Estos valores se originaron en la moral victoriana, creando un cambio general en el Imperio Británico.
Los historiadores actuales consideran la era victoriana una época de enormes contradicciones, como el hecho generalizado de cultivar una fachada de dignidad y recato junto con la prevalencia de fenómenos sociales como la prostitución y el trabajo infantil. En ese periodo surgieron numerosos movimientos sociales que intentaron mejorar las duras condiciones de vida que sufrían muchas personas bajo un rígido sistema de clases.