Moria

En el universo ficticio de J. R. R. Tolkien, Moria es un reino de los enanos conformado por las más grandes minas que estos construyeron, también conocido como Khazad-dûm, «la mina del Enano».

Fue fundado por Durin I el Inmortal en los albores de la Primera Edad en las cuevas que daban a Azanulbizar. Se encontraban en el centro de las montañas Nubladas, bajo los picos Caradhras, monte Nuboso y Cuerno de Plata. Estuvo bastante apartado de los demás reinos enanos durante la Primera Edad, pero como consecuencia de la ruina de Belegost y Nogrod tras la guerra de la Cólera, muchos enanos emigraron a Moria, haciendo de ésta la mayor ciudad enana. Fue una gran mina que durante muchas Edades produjo inmensas riquezas, símbolo del poderío enano en la Tierra Media, pero también causa de muchas desdichas y pesares.

Durante más de un milenio fue un gran centro de comercio enano, hasta que los habitantes de la ciudad excavaron demasiado profundo, en busca de mithril. Un balrog se ocultaba en las profundidades de las montañas Nubladas desde la destrucción de Thangorodrim, miles de años atrás. El balrog expulsó a los enanos de la mina, y desde entonces Moria quedó abandonada.

Con el tiempo, grandes poblaciones de trasgos (orcos) poblaron los oscuros y antiguos salones del reino enano. Las minas de Moria aparecen en la novela El Señor de los Anillos, en donde los protagonistas han de atravesarlas para continuar su arduo camino, y también son mencionadas en El Silmarillion.


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