Los primeros rascacielos fueron una serie de edificios altos, de uso comercial, construidos entre 1884 y 1939, principalmente en las ciudades estadounidenses de Nueva York y Chicago. Tradicionalmente, las ciudades de los Estados Unidos estaban compuestas por edificaciones de baja altura, pero la economía creció significativamente después de la Guerra de Secesión y el uso cada vez más intenso del suelo urbano alentó el desarrollo de edificios más altos en los años 1870. Las mejoras tecnológicas permitieron la construcción de estructuras de hierro a prueba de incendios, con cimentaciones profundas, equipadas con nuevos inventos como el ascensor y la luz eléctrica. Esto hizo que fuera viable, tecnológica y comercialmente, construir una nueva clase de edificios altos, siendo el Home Insurance Building de Chicago de 42 m de altura el primero en inaugurarse en 1884. El número de este tipo de edificios creció rápidamente y en 1888 se les etiquetó como «rascacielos».
Al principio, Chicago fue pionera en el diseño de rascacielos, y muchos de ellos fueron construidos en el centro del distrito financiero a finales de los años 1880 y principios de los 1890. Estos rascacielos, considerados a menudo como los frutos de la escuela de arquitectura de Chicago, intentaron aunar estética con la practicidad comercial, produciendo edificios grandes y rectangulares, de estilo palazzo, que alojaban tiendas y restaurantes en la planta baja y oficinas en los pisos superiores. En contraste, los rascacielos de Nueva York eran con frecuencia torres más estrechas de estilo ecléctico, a menudo criticadas por su falta de elegancia. En 1892, Chicago prohibió la construcción de nuevos rascacielos con una altura mayor a 46 m, dejando el desarrollo de edificios más altos a Nueva York.
La primera década del siglo XX vio aparecer una nueva ola de rascacielos, debido a una mayor demanda de espacio para acomodar a los oficinistas. Los avances de la ingeniería facilitaron la construcción y la ocupación de edificios mucho más altos. En este periodo se construyeron inmuebles emblemáticos como el Flatiron (87 m), la Singer Tower (187 m), la Metropolitan Life Insurance Company Tower (213 m) y el Woolworth Building (241 m). Aunque estos rascacielos fueron rentables económicamente, suscitaron muchas críticas por alterar el ordenado skyline de la ciudad y por sumir en una sombra perpetua las calles y los edificios colindantes. Esto, sumado a la crisis económica, llevó a la introducción de restricciones urbanísticas en Nueva York en 1916.
En el período de entreguerras, se edificaron rascacielos en casi todas las grandes ciudades de los Estados Unidos y también empezaron a construirse en otros países occidentales. El auge económico de los años 1920 y la especulación inmobiliaria alentaron una ola de nuevos proyectos de rascacielos en Nueva York y Chicago. La Ley de Zonificación de 1916 de Nueva york fue un factor que contribuyó a dar forma al característico estilo de rascacielos art déco con retranqueos, dando lugar a edificaciones que se centraban en el volumen y en siluetas llamativas, a menudo ornamentadas profusamente. Las alturas de los rascacielos continuaron aumentando; el Edificio Chrysler y el Empire State Building establecieron en su momento un nuevo récord, con 319 m y 380 m respectivamente. Con el comienzo de la Gran Depresión, el mercado inmobiliario se derrumbó y las nuevas construcciones se suspendieron. La cultura popular y académica acogió al rascacielos a través del cine, la fotografía, la literatura y el ballet, viéndolos o bien como símbolos de modernidad y del avance científico o como ejemplos de los males de la vida y sociedad modernas. Los proyectos de rascacielos posteriores a la Segunda Guerra Mundial rechazaron los diseños de los primeros rascacielos y en su lugar adoptaron el Estilo Internacional; y numerosos rascacielos antiguos fueron rediseñados para adaptarse a los gustos contemporáneos o incluso llegaron a ser demolidos, como le sucedió a la Torre Singer, que en su momento fue el rascacielos más alto del mundo.