Un problema de ajedrez es una posición compuesta cuya solución consiste en dar mate en cierto número de jugadas (También existen problemas en los que se pide obtener ventaja material sin necesidad de ganar la partida). Se diferencia del estudio o final artístico en que en este último su objetivo consiste en ganar o hacer tablas, sin un número de jugadas específico. Por convención, el bando que juega y da mate es el blanco. Quien crea problemas y estudios se conoce como compositor.
A diferencia de las posiciones planteadas como problemas a los lectores de publicaciones especializadas, las características de los problemas de ajedrez —en su variante clásica— suelen ser:
Originalidad: es decir que la posición debe ser original y no provenir, por ejemplo, de una partida real.
Legalidad de la posición: la posición debe ser legal; es decir, poder ser lograda mediante jugadas legales a partir de la posición inicial.
Objetivo claro: todo problema de ajedrez debe tener un enunciado claro, en el que se pide dar mate en un número exacto de jugadas.
Tema: la solución de un problema de ajedrez suele estar asociada a una idea o combinación de ideas conocidas como temas.[1]
Economía: el material de un problema de ajedrez debe ser el mínimo posible, o bien solamente el necesario, en el que cada pieza cumpla una función específica.
Solución única: Un problema no puede tener más de una solución —si tuviera más de una, se trataría de un problema dual—.
Valor estético: la originalidad y la belleza de las ideas asociadas a la solución de un problema confiere a este un valor estético particular, aumentado por el cumplimiento de los principios de economía y originalidad.
↑Golombek, Harry (1977). Enciclopedia del ajedrez. Bastford/Crown.