Las reclamaciones de Alabama (Alabama Claims) fueron una serie de demandas pecuniarias exigidas por el gobierno norteamericano a la Gran Bretaña después de la guerra civil estadounidense.[1]
Aunque el Reino Unido declaró oficialmente neutralidad[2] durante el conflicto, en la práctica ayudó a los confederados suministrándoles buques corsarios que dañaron severamente el abastecimiento en materias primas (cueros, algodón, trigo, aceite de ballena, nitratos, etc...) de la Unión.
El embajador estadounidense Charles Francis Adams, reclamó que los ingleses debían responsabilizarse por estos daños y pidió mediación para definir el asunto, y el senador unionista y antiesclavista Charles Sumner sostuvo la queja. Pero el primer ministro británico Lord Palmerston rehusó toda indemnización. Después de su fallecimiento el primer ministro William Gladstone aceptó transigir.
En mayo de 1871, las partes firmaron el Tratado de Washington, el cual establecía ciertas obligaciones de guerra para los supuestos neutrales. El tribunal también sentenció a Gran Bretaña a pagar una indemnización de $15.5 millones de dólares[3] por pérdidas a los Estados Unidos (Estados Unidos había pedido 2 mil millones de dólares - o la cesión del Canadá).
La corte de arbitraje de Ginebra sentó así el primer esbozo del derecho internacional público.