El retrato romano fue de los periodos más significativos en el desarrollo de arte del retrato, influido por la escultura etrusca y la escultura griega.[1] Se caracteriza por un inusual realismo. Gran cantidad de imágenes y estatuas fueron realizadas en bronce y de ellas muy pocas han sobrevivido.
Los bustos de la era republicana tienden a ser un poco más modestos, realistas, y naturales que los pertenecientes a la primera época del Imperio.
Durante la era del Imperio, los bustos de los emperadores fueron a menudo utilizados para fines de propaganda y mensajes ideológicos traducidos en la pose, adornos y vestidos de la figura. Desde que emperadores como Augusto comenzaron a ser deificados, las representaciones comenzaron a idealizarse (Augusto de Prima Porta, Ara Pacis). Además de personajes públicos los romanos también representaron guerreros y aventuras heroicas, influidos por espíritu de los griegos.