El sacrificio infantil es el asesinato ritual de niños para complacer o apaciguar a una deidad, seres sobrenaturales u orden social sagrado, lealtades tribales, grupales o nacionales con el fin de conseguir un resultado deseado. Como tal, es una forma de sacrificio humano. Se cree que el sacrificio infantil es una extensión extrema de la idea de que mientras más importante es el objeto de sacrificio, más devota es la persona que lo ofrece.[1]
La práctica del sacrificio ritual infantil en Europa y Oriente Próximo parece haber terminado como parte de las transformaciones religiosas de la antigüedad tardía.[2] En Chichén Itzá —donde la mitad de los niños sacrificados tenían entre 3 y 6 años de edad—, los mayas continuaron los sacrificios hasta alrededor de 1150 d. C.[3]