La salinidad es el contenido de sales minerales disueltas en un cuerpo de agua. Dicho de otra manera, es válida la expresión salinidad para referirse al contenido salino en suelos o en agua.
El sabor salado del agua se debe a que contiene cloruro de sodio (NaCl). Su concentración en los mares y océanos es muy elevada entre 33 y 37 g/L y muy baja en las aguas dulces, menor de 5 g/L.[1] Además, esta salinidad varía según la intensidad de la evaporación o que el aporte de agua dulce de los ríos aumente en relación con la cantidad de agua. La acción y efecto de disminuir o aumentar la salinidad se denomina desalinización y salinización, respectivamente. La mayoría de los lagos son de agua dulce. Por su parte, en las masas de agua de mayor salinidad, es posible flotar con mayor facilidad. Un 97% del agua de la Tierra es salada, mientras el 3% restante es dulce.