Un terremoto[1] (del latín terraemōtus, a partir de terra, 'tierra', y motus, 'movimiento'), también llamado sismo o seísmo en España (del francés séisme, derivado del griego σεισμός [seismós]),[2] temblor de tierra o movimiento telúrico, es la sacudida brusca y pasajera de la corteza terrestre. Los más comunes se producen por actividad de fallas geológicas. También pueden ocurrir por otras causas, como por ejemplo: fricción en el borde de placas tectónicas, procesos volcánicos, impactos de asteroides o de cualquier objeto celeste de gran tamaño, o incluso pueden ser producidos por el ser humano al realizar detonaciones nucleares subterráneas.
El punto de origen de un terremoto se denomina foco o hipocentro, a partir de allí se propaga en forma de ondas sísmicas. El punto de la superficie terrestre que se encuentra más cerca del hipocentro, donde alcanzan en primer lugar las ondas sísmicas se llama epicentro. Dependiendo de su magnitud y origen, un terremoto puede causar desplazamientos de la corteza terrestre, corrimientos de tierras, maremotos (o también llamados tsunamis) o actividad volcánica. Para medir la energía que fue liberada por un terremoto se emplean diversas escalas, entre ellas, la escala de Richter que es la más conocida y utilizada por los medios de comunicación.