Los transposones de ADN son secuencias de ADN que pueden moverse e integrarse a diferentes ubicaciones dentro del genoma.[1] Son los transposones de la clase II que se mueven a través de un intermedio de ADN, a diferencia de los transposones de la clase I retrotransposones que se mueven a través de un intermedio de ARN. Los transposones de ADN pueden moverse en el ADN de un organismo a través de un intermedio de ADN monocatenario o bicatenario. Se han encontrado transposones de ADN tanto en procariotas como en eucariotas y recientemente en los virus gigantes. Pueden constituir una porción significativa del genoma de un organismo, particularmente en eucariotas. En los procariotas, los transposones de ADN pueden facilitar la transferencia horizontal de resistencia a los antibióticos u otros genes asociados con la virulencia. Después de replicarse y propagarse en un huésped, todas las copias del transposón se inactivan y se pierden a menos que el transposón pase a un genoma al comenzar un nuevo ciclo de vida con transferencia horizontal. Es importante tener en cuenta que los transposones de ADN no se insertan al azar en el genoma, sino que muestran preferencia por sitios específicos.[2][3][4]
Con respecto al movimiento, los transposones de ADN se pueden clasificar como autónomos y no autónomos. Los autónomos pueden moverse por sí mismos, mientras que los no autónomos requieren la presencia del gen de otro transposón, la transposasa, para moverse. Hay cuatro clasificaciones principales para el movimiento de los transposones de ADN: "cortar y pegar" (tradicionales), "círculo rodante" (helitrones), "auto-sintetización" (polintones) y "repetición invertida en miniatura" (MITEs). Estos mecanismos distintos de movimiento les permiten moverse alrededor del genoma de un organismo. Como los transposones de ADN no pueden sintetizar ADN, se replican utilizando la maquinaria de replicación del huésped. Estas tres clases principales se dividen en 24 superfamilias diferentes caracterizadas por su estructura, secuencia y mecanismo de acción.[5]
Los transposones de ADN son una causa de alteraciones en la expresión génica. Como ADN recientemente insertado en secuencias de codificación activas, pueden alterar las funciones normales de las proteínas y causar mutaciones genéticas. Los transposones de ADN de la clase II constituyen aproximadamente el 3% del genoma humano. Hoy en día, no hay transposones de ADN activos en el genoma humano. Por tanto, los transposones de ADN que se encuentran en el genoma humano se consideran fósiles genéticos.[6]