Trastornos del espectro autista

Autismo

La rigidez en ciertos patrones de orden espacial para los objetos es un comportamiento asociado a veces con individuos con autismo.
Especialidad Terapia del lenguaje, terapia ocupacional, psicología clínica, neurología, psiquiatría, pediatría, atención primaria de salud
Síntomas Deficiencias en la interacción social tanto con comunicación verbal como no verbal
Presencia de intereses restringidos y comportamiento repetitivo
Complicaciones Aislamiento social, Problemas educativos y laborales,[1]Ansiedad,[1]Estrés,[1]Acoso,[1]Autolesiones
Inicio habitual Infancia temprana
Duración Toda la vida
Causas Desconocidas
Diagnóstico Basado en la observación del comportamiento y el desarrollo
Diagnóstico diferencial Discapacidad intelectual, Ansiedad, Depresión, Síndrome de Rett, TDAH, Esquizofrenia, Mutismo selectivo
Tratamiento Terapia de la conducta, Psicoactivo, psicología infantil
Frecuencia <3 % de la población mundial (<234 millones de personas en 2020)[cita requerida]
eMedicine med/3202 ped/180
Sinónimos
TEA
Trastorno autista
Autismo clásico
Kanneriano
Autismo

Los trastornos del espectro autista o TEA (del inglés autistic spectrum disorders o ASD) abarcan un amplio espectro de trastornos[2]​ que, en su manifestación fenotípica,[3]​ se caracterizan por deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, unidas a patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.[4]​ Estos rasgos han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo de la persona, aunque pueden no manifestarse totalmente hasta que las demandas sociales superan sus limitaciones. También pueden permanecer enmascarados por estrategias aprendidas.[4]

La historia del estudio científico del autismo[5]​ comienza con la publicación en 1943 del artículo «Autistic disturbances of affective contact» («Trastornos autistas del contacto afectivo»),[6]​ de Leo Kanner (1943), pero sufrirá diversos avatares que retrasarán el avance de la investigación hasta bien entrada la década de 1960.[5]​ No obstante, la primera descripción científica de los TEA la encontramos en 1925, gracias al trabajo de la psiquiatra infantil soviética Grunia Efimovna Sujareva, que había descrito en detalle esta condición veinte años antes,[7]​ aunque sus investigaciones cayeron en el olvido; otro tanto sucedió con las primeras observaciones de Hans Asperger, publicadas en 1944, pero que solo serían tenidas en consideración bastantes años después.

Durante mucho tiempo, el autismo fue considerado un trastorno infantil. Sin embargo, hoy día se sabe que se trata de un cuadro psicológico permanente que acompaña a la persona a lo largo de todo su ciclo vital. Aunque aún no está clarificada su etiología, los trastornos del espectro autista parecen estar causados por la interacción entre una susceptibilidad genética heredable y factores epigenéticos y ambientales que actúan durante la embriogénesis.[8][9][4]​ Las controversias rodean a algunas causas ambientales propuestas;[10]​ por ejemplo, las hipótesis de vacuna son biológicamente inverosímiles y han sido refutadas por estudios científicos.

Antes de la publicación del DSM-5 en 2013, el llamado trastorno autista (referido también como autismo clásico, autismo kanneriano o, simplemente, autismo) constituía según el DSM-IV una subcategoría de los trastornos generalizados del desarrollo, dentro de los cuales se incluía también el trastorno de Rett, el trastorno desintegrativo infantil, el trastorno de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.[11]​ Este último se diagnosticaba cuando no se cumplían la totalidad de los criterios para los demás trastornos.[12]​ Actualmente, esta clasificación ha cambiado.[13]​ El DSM-5 incorpora, de acuerdo con los resultados de investigaciones posteriores, el concepto de «espectro» que había sido propuesto por primera vez por Lorna Wing a raíz de un estudio realizado junto con Judith Gould en 1979.[5]

En cuanto a la intervención, las terapias que ofrecen mayor respaldo científico son las cognitivo-conductuales.[14]​ Estas tienen como finalidad mejorar la calidad de vida de estas personas.

Algunas cuestiones pendientes de investigar en este ámbito son las diversas manifestaciones que revisten los TEA en la edad adulta[15]​ y en las mujeres. Se dice que su incidencia es mayor en los hombres, pero se ha sugerido que este dato no es exacto por cuanto las manifestaciones en el sexo femenino son diversas al masculino.[16]​ A nivel mundial, el 2 de abril se celebra el Día del Autismo. [17]

  1. a b c d Still too much delay in recognition of autism spectrum disorder (en inglés). Cambridge, Nueva York: Cambridge University Press. 2021. p. cambridge.org. doi:10.1017/S2045796021000822. Consultado el 29 de marzo de 2022. 
  2. Jean Xavier, Claude Bursztejn, Maitri Stiskin, Roberto Canitano, David Cohen (2015). «Autism spectrum disorders: An historical synthesis and a multidimensional assessment toward a tailored therapeutic program». Research in Autism Spectrum Disorders 18: 21-33. 
  3. Artigas Pallarés, J (2002). «Fenotipos conductuales». Rev Neurol. 34 (Supl 1): S38-S48. 
  4. a b c American Psychiatric Association (2013). «Autism Spectrum Disorder» [Trastornos del Espectro del Autismo]. En American Psychiatric Pub, ed. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5®) [Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®)] (en inglés) (quinta revisada edición). Arlington, VA. pp. 50-59. ISBN 9780890425572. Consultado el 13 de febrero de 2018. 
  5. a b c «El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger.». Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. Consultado el 11 de marzo de 2018. 
  6. «Trastornos autistas del contacto afectivo». Trad. de Teresa Sanz Vicario. Consultado el 16 de abril de 2018. 
  7. «Sukhareva--Prior to Asperger and Kanner». Nordic Journal of Psychiatry 69 (6): 479-482. 1 de agosto de 2015. ISSN 1502-4725. PMID 25826582. doi:10.3109/08039488.2015.1005022. 
  8. Goldani, Andre A. S.; Downs, Susan R.; Widjaja, Felicia; Lawton, Brittany; Hendren, Robert L. (agosto de 2014). «Biomarkers in Autism» [Biomarcadores en el autismo]. Front Psychiatry (en inglés) (Frontiers Media SA) 5 (100). PMID 25161627. doi:10.3389/fpsyt.2014.00100. Consultado el 13 de febrero de 2018. 
  9. Arndt, Tara L.; Stodgell, Christopher J.; Rodier, Patricia M. (abril-mayo de 2005). «The teratology of autism» [La teratología del autismo]. Int J Dev Neurosci (en inglés) (Elsevier) 23 (2-3): 189-99. PMID 15749245. doi:10.1016/j.ijdevneu.2004.11.001. Consultado el 13 de febrero de 2018. 
  10. Rutter M (2005). «Incidence of autism spectrum disorders: changes over time and their meaning». Acta Paediatr 94 (1): 2-15. PMID 15858952. doi:10.1111/j.1651-2227.2005.tb01779.x. 
  11. «F84 Trastornos Generalizados del Desarrollo.». EspectroAutista.info. Consultado el 17 de abril de 2018. 
  12. Johnson CP, Myers SM (2007). «Identification and evaluation of children with autism spectrum disorders». Pediatrics 120 (5): 1183-215. PMID 17967920. doi:10.1542/peds.2007-2361. Archivado desde el original el 8 de febrero de 2009. 
  13. «DSM-5: la nueva clasificación de los TEA.». Rubén Palomo Seldas. Consultado el 17 de abril de 2018. 
  14. «Guía de buena práctica para el tratamiento de los trastornos del espectro autista». Archivado desde el original el 26 de julio de 2021. Consultado el 18 de abril de 2018. 
  15. Pilling S, Baron-Cohen S, Megnin-Viggars O (2012). «Autismo: ¿cómo identificarlo en el paciente adulto?». IntraMed. 
  16. Ruth Vidriales Fernández, Cristina Hernández Layna, Marta Plaza Sanz (2017). «Rostros ocultos: mujeres con Trastorno del Espectro del Autismo». Confederación Autismo España. 
  17. «Día mundial del autismo: qué es este trastorno que afecta la forma como interactúan las personas». PlayGround. 2 de abril de 2024. Consultado el 2 de abril de 2024. 

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