Tronie ("rostro" en holandés🇳🇱) es la denominación empleada en la historia del arte para referirse a un tipo de obras —común en la pintura holandesa del llamado Siglo de Oro neerlandés y en la pintura barroca flamenca— en las que se representa con gesticulación y expresión facial exageradas a ciertos tipos de personas caracterizadas a menudo con vestimentas exóticas. Estas obras no pretendían ser retratos, sino estudios de expresión, de tipo, de fisonomía o de personalidades interesantes, como un anciano o una mujer joven, el soldado, la pastora, el oriental o una persona de una raza determinada, etcétera.[1]
Se trata de retratos, normalmente de pequeño tamaño y de rasgos más o menos personales, en los que la figura resulta llamativa por la exageración de su expresión facial o por sus bellas facciones, sombrero, etc. Aunque el tronie típico mostraba un retrato de una persona de medio cuerpo o de busto, no solían realizarse con intención retratística, sino más bien para mostrar las dotes artísticas del pintor y su maestría a la hora de captar gestos, grotescos muchas veces, y expresiones inusuales. Por lo tanto, raro es el caso de tronies en los que se conoce el nombre del comitente.[2]
Los tronies transmitían diferentes significados y valores a sus espectadores. Los tronies encarnaban nociones abstractas como la fugacidad de la vida, la juventud y la vejez, pero también podían funcionar como ejemplos positivos o negativos de cualidades humanas, como la sabiduría, la fuerza, la piedad, la locura o la impulsividad.[2] Estas obras eran muy populares en los Países Bajos y Flandes y se producían como obras independientes para el mercado libre.[3][4]