Veni, vidi, vici[1] (AFI: /weːniː wiːdiː wiːkiː/ en latín clásico o /veni vidi vit͡ʃi/ en latín eclesiástico) es una locución latina para referirse a una victoria rápida y concluyente. La locución es atribuida popularmente al general y cónsul romano Julio César quien, de acuerdo con Apiano, la usó en una carta al Senado romano alrededor de 47 a. C. después de su victoria sobre Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela (actual Zile, Turquía).
Plutarco en sus "Vidas paralelas" escribe que César usó la frase en un reporte a Amancio, un amigo suyo en Roma. El historiador y filólogo alemán Conrad Cichorius sugirió reconocer a este Amancio como Cayo Macio, amigo tanto de César como de Cicerón.[2]
Por otro lado, Suetonio en sus "Vidas de los doce césares" declara que César mostró la locución en una inscripción durante su triunfo en dicha campaña. Con esto quiso resaltar que apenas cinco días después de su llegada al Reino del Ponto (veni) y cuatro horas después de ver por primera vez a Farnaces y su ejército (vidi), ya lo había derrotado (vici).
La locución se traduce por «Llegué, vi, vencí». Dicha expresión proclamaba la totalidad de la victoria de César y sirvió para recordar al Senado su destreza militar (César se encontraba inmerso en una guerra civil contra Pompeyo). Alternativamente el comentario se puede ver como una expresión del desdén de César hacia el Senado patricio (optimates), que tradicionalmente representaba el grupo más poderoso de la república romana. Desde entonces se utiliza habitualmente para expresar la rapidez con la que se ha hecho algo con éxito.